VIAJE APOSTÓLICO A LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA
PALABRAS DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
AL LLEGAR A WASHINGTON
Aeropuerto de «Andrews Air Force Base»
Sábado 6 de octubre de 1979
Señor Vicepresidente,
queridos amigos,
queridos hermanos y hermanas en Cristo:
Deseo expresar mi sincero agradecimiento por las corteses palabras de bienvenida que me habéis dirigido a mi llegada a la capital de la nación, última etapa de mi viaje apostólico a los Estados Unidos. Una vez más quiero expresar mi reconocimiento por la invitación que la Conferencia Episcopal y el Presidente Carter me han hecho para visitar los Estados Unidos.
Extiendo mi cordial saludo a cuantos han venido aquí a darme la bienvenida. A usted, señor vicepresidente, y a las demás autoridades civiles, en quienes saludo a todo el pueblo americano y, de modo especial, a los ciudadanos del Estado Federal de Columbia. Un saludo fraternal a usted, cardenal Baum, Pastor de la archidiócesis de Washington y, por su medio, a todo el clero, religiosos y laicos de la comunidad católica. Al mismo tiempo, me siento feliz de poder saludar al Presidente, oficiales y funcionarios de la Conferencia de Obispos católicos que tiene su sede en esta ciudad, así corno también a cuantos trabajan en la Conferencia católica de los Estados Unidos, prestando un servicio indispensable a la comunidad católica de este país. A todos mis hermanos en el Episcopado, un saludo y una bendición del Obispo de Roma en la Sede de San Pedro, para vosotros y vuestras diócesis.
Deseo con gran interés encontrarme con los dirigentes de esta joven y floreciente nación, de manera especial con el Presidente de los Estados Unidos. Me sentiré muy honrado con visitar el cuartel general de la Organización de los Estados de América, para llevar a esta benemérita entidad un mensaje de paz para todos los pueblos representados en ella.
Me es, además, muy grato poder encontrar durante esta mi visita y peregrinación a la comunidad católica de esta región y conocer sus esfuerzos pastorales, programas y actividades.
Que las bendiciones de Dios Omnipotente desciendan copiosas sobre todo el pueblo de la capital de esta nación.
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