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ALOCUCIÓN DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LA COMUNIDAD NEOCATECUMENAL DE LA PARROQUIA
DE LA NATIVIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO


Domingo 14 de diciembre de 1980

 

Muchas veces nos hemos encontrado en las diversas parroquias de Roma, la última vez ha sido en la parroquia de los Mártires Canadienses. Al venir aquí he encontrado a muchos niños y los he abrazado, y esto me ha hecho reflexionar enseguida sobre las palabras del Señor que una vez dijo que debemos hacernos todos como niños aunque tengamos cincuenta o sesenta años, como yo, o más, debemos ser como los niños. Se trata precisamente de la filiación sobrenatural, de la que se enraíza en nosotros y comienza en el momento del bautismo. Vosotros que, como neocatecúmenos, estáis centrados en vuestra espiritualidad en el misterio del bautismo, debéis vivir profundamente el misterio de la filiación divina, el misterio de ser hijos de Dios y todo lo que procede de esta realidad que constituye el auténtico dinamismo de la filiación divina.

Esto es lo que quería deciros esencialmente; pero os lo digo a vosotros de manera particular porque sois parroquianos de la parroquia de la Natividad, donde el misterio del Hijo de Dios hecho hombre está en el centro de la vida comunitaria y también porque ya está próxima la fiesta de la Navidad. Os deseo que caminéis siempre, y progreséis siempre en esa realidad interior y sobrenatural que es la realidad de la gracia, de la gracia de los hijos adoptivos de Dios, hechos semejantes a su Hijo Unigénito que se ha hecho hombre para acercamos y para hacernos semejantes a El.

 



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