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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
AL EMBAJADOR DE KENIA ANTE LA SANTA SEDE
*

Lunes 19 de noviembre de 1984

 

Señor Embajador:

Me complazco en recibirle hoy en su calidad de Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de la Republica de Kenia ante la Santa Sede. Tengo en gran aprecio los sentimientos que usted acaba de manifestar y le doy las gracias por el saludo cordial que me ha transmitido en nombre de su Presidente, el Excmo. Sr. Don Daniel Toroitich Arap Moi, y también del Gobierno y pueblo de Kenia. Le ruego les exprese asimismo mis cordiales buenos deseos.

Mi visita pastoral a Kenia de hace pocos años me dio la oportunidad de experimentar la calurosa hospitalidad del pueblo de Kenia, pueblo muy prometedor, poseedor orgulloso de un conjunto de cualidades humanas que le distinguen y le dotan de un gran carácter.

Las garantías democráticas de la Constitución de vuestra Nación incluyen libertad de conciencia y culto para todos los ciudadanos y residentes. Esta protección constitucional de la práctica libre de la religión expresa una actitud de respeto de los valores espirituales, valores hondamente enraizados en el corazón de vuestra gente. Implica aceptación de la verdad sobre el hombre, de su dignidad y destino eterno. Es asimismo reconoci­miento de la valiosa contribución que aportan los verdaderos creyentes en Dios al futuro de vuestro País.

Le agradezco su bondadosa alusión a la importante aportación prestada por la Iglesia Católica en Kenia a lo largo de tantos años. Ciertamente es tarea de la Iglesia trabajar por el bien y armonía de todos los ciudadanos.

Miro con esperanza la celebración del 43 Congreso Eucarístico Internacional de 1985 en Nairobi. Le doy las gracias como representante del Gobierno y pueblo de Kenia por haber prometido apoyo y cooperación a fin de que este importante acontecimiento de la Iglesia africana y, claro está, de la Iglesia universal, logre sus objetivos y traiga muchos beneficios espirituales a los que en él participen.

Señor Embajador: la Santa Sede desea colaborar con el Gobierno de Kenia y sumarse según el modo propio de su misión a todos los esfuerzos que promuevan el auténtico desarrollo humano. Con su intensa labor por impulsar la mutua comprensión de los pueblos y naciones, la Santa Sede desea favorecer la causa del recto progreso de cada persona sin discriminación de raza, color o credo, y favorecer las condiciones que hagan ocupar a Kenia su lugar adecuado en la Comunidad de las naciones.

Para usted pido a Dios que le ayude en su alta misión de trabajar por arraigar continuamente la comprensión y amistad entre la Santa Sede y la República de Kenia. Siempre contará usted con mi plena disposición, y la de los organismos de la Santa Sede, a prestarle toda clase de cooperación posible por parte nuestra, a fin de que usted desempeñe sus deberes eficazmente. Para el pueblo de Kenia imploro especiales bendiciones de Dios.


*L'Osservatore Romano. Edición semanal en lengua española, n. 50, p.19 (p.819).

 



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