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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LOS ORGANIZADORES DE LA IV JORNADA
MUNDIAL DE LA JUVENTUD

Viernes 3 de mayo de 1991

 

Es para mí motivo de viva satisfacción dar mi más cordial bienvenida al Señor Arzobispo de Santiago de Compostela, junto con el Obispo Auxiliar y demás personas que habéis colaborado intensamente con ocasión de la última Jornada Mundial de la Juventud, que me proporcionó la dicha de encontrarme como peregrino, junto al sepulcro del Apóstol, con jóvenes llegados de todo el mundo.

El libro que me habéis entregado es una bella y emotiva evocación de aquel acontecimiento, que tan gratos recuerdos ha dejado en nuestros corazones. El encuentro de los jóvenes con el Papa en Santiago de Compostela ha supuesto una gracia extraordinaria del Señor en ese itinerario de identificación apostólica de los jóvenes católicos con el ideal de la nueva evangelización, que hemos querido impulsar desde los comienzos de las Jornadas Mundiales de la Juventud.

Se que estáis preparando con empeño y entusiasmo la peregrinación a Czêstochowa, para el próximo mes de agosto. Desde Santiago, desde el sepulcro del Patrón de España, numerosos jóvenes de vuestra diócesis, de Galicia y de muchas diócesis españolas, se pondrán en camino para peregrinar al santuario de Jasna-Góra, donde les espera María, la Madre de Cristo y de la Iglesia, guía y modelo para la juventud de hoy. La llama que se encendió en el alma de tantos chicos y chicas en el Monte del Gozo continúa viva y les hará descubrir con mayor hondura las riquezas de las raíces cristianas que aúnan a los jóvenes hermanos del Este y del Oeste de Europa y de todo el mundo, en la comunión de la Iglesia católica.

La llama del Monte del Gozo debe continuar viva también en vuestras diócesis y en vuestra tierra de Galicia. Renovad, pues, las raíces apostólicas de vuestra fe. La expresión artística de vuestro pueblo a través de la historia, que mostráis estos días en el monasterio de San Martín Pinario, manifiesta cómo la fe en Jesucristo, testimoniada por el Apóstol Santiago, ha configurado durante casi dos milenios las fibras más hondas de vuestra alma y de vuestro ser histórico.

El próximo Año Santo Jacobeo de 1993 constituirá para vosotros, a la vez que un reto pastoral, una oportunidad excepcional, ofrecida por la Providencia, para renovar vuestro compromiso secular con el Evangelio de Jesucristo y con su Iglesia. La gracia de la “gran perdonanza” habrá de dar impulso renovador a toda la vida cristiana, haciéndola más fecunda en obras de justicia, de amor y de paz; siempre al servicio de la nueva evangelización; acogiendo y sirviendo, como hermanos, a los peregrinos que vuelvan a recorrer, como antaño, el Camino de Santiago.

Al regresar a vuestra diócesis os ruego que llevéis a todos el saludo y la bendición del Papa, que conserva en su afecto y en su corazón el recuerdo entrañable del encuentro con los jóvenes españoles a los pies del Apóstol.



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