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MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
PARA LA CAMPAÑA DE FRATERNIDAD EN BRASIL

 

Amadísimos hermanos y hermanas en Jesucristo;
queridos brasileños:

1. «Me invocará y lo escucharé; con él estaré en la tribulación, lo defenderé, lo glorificaré». Con estas palabras que la Iglesia pone en la liturgia del primer domingo de Cuaresma, vamos a comenzar la Campaña de fraternidad de este año, cuyo tema es «Cristo libera de todas las prisiones», para que todos los que me escuchan mediante la radio o la televisión, unidos al Papa que les habla, puedan sentirse interpelados, como la misma Conferencia nacional de los obispos de Brasil viene sugiriendo a los católicos de todo el país, a avanzar por el camino del perdón, del amor, de la bondad, de la justicia y del servicio a los demás.

2. Por una feliz coincidencia, el año 1997, dedicado a la reflexión sobre Jesucristo, marca el comienzo de la fase preparatoria del gran jubileo de la redención del año 2000. El motivo que me llevó a escribir la carta apostólica Tertio millennio adveniente fue el de suscitar en «cada fiel un verdadero anhelo de santidad, un fuerte deseo de conversión y de renovación personal en un clima de oración cada vez más intensa y de solidaria acogida del prójimo, especialmente del más necesitado» (n. 42).

En este sentido, la fraternidad, iluminada por el «amor que viene de Dios» (1 Jn 4, 7), nos anima a colaborar con el divino propósito de unir a los que están separados, devolver al camino a los que están extraviados y restablecer la concordia divina en toda la creación. Todos nuestros hermanos sometidos a las más diversas formas de prisión, especialmente por el yugo del pecado, esperan un gesto de paz y solidaridad, pero sobre todo de justicia cristiana, que pueda llevarlos de nuevo al camino del bien y de la esperanza.

3. Formulo votos para que Cristo, nuestra Pascua, ilumine siempre con la paz y la comprensión los hogares de todo Brasil, e invoco la protección y la misericordia del Redentor de los hombres para los que sufren en el cuerpo y en el alma, para los jóvenes y los ancianos: el Papa ora por todos, y los exhorta a confiar en María santísima, la Madre del Redentor, Nuestra Señora Aparecida, y a todos los bendice. «En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén».

 



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