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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A UN GRUPO DE PEREGRINOS DE LA ARCHIDIÓCESIS
CROATA DE ZADAR


Viernes 31 de enero de 1997

 

Amadísimos hermanos y hermanas:

1. Me alegra encontrarme con vosotros, con ocasión de las celebraciones del VI centenario del antiguo Estudio general de los dominicos de Zadar. Dirijo un saludo particular a monseñor Ivan Prendja, arzobispo de Zadar, a quien agradezco las cordiales palabras que me ha expresado. Saludo también a su predecesor, monseñor Marijan Oblak, a los representantes de la Orden de predicadores, al presidente del condado de Zadar-Knin, al alcalde y a las autoridades civiles, así como al decano, a los profesores y a los estudiantes de la facultad de letras de Zadar.

La historia del Estudio general dominicano de vuestra diócesis, aunque lejana en el tiempo, constituye un mensaje importante para los cristianos de hoy, llamados a vivir en nuevas situaciones culturales, a veces tan distantes del Evangelio.

Es una historia que testimonia, ante todo, el compromiso de la Iglesia católica en favor de la promoción de la cultura: la fundación de ese prestigioso centro académico, en el año 1396, constituye sólo un aspecto del más amplio diálogo entre ciencia y fe, que ha producido frutos espléndidos, todavía muy visibles en el patrimonio espiritual de muchos pueblos.

Durante más de cuatro siglos, el Estudio general de los dominicos fue un lugar floreciente de investigación científica e inculturación de la fe, abierto al clero y a los laicos de varios países de Europa. Lamentablemente, a principios del siglo XIX, esa institución académica cesó su benéfica función. En nombre de un falso concepto de libertad se puso fin, de modo violento, a una significativa expresión de compromiso cultural inspirado por el cristianismo.

2. Además, la presencia de un Estudio general en Zadar, en los albores de la época moderna, se insertaba en la vasta y articulada acción de las diócesis y de las órdenes religiosas en favor de la evangelización y la educación moral y civil de las poblaciones croatas. A través de las escuelas y los diversos centros pastorales, la Iglesia brindó una contribución decisiva al progreso cultural de vuestro pueblo, promoviendo, también, su inserción en el más amplio escenario de la cultura europea.

Este benéfico compromiso eclesial ha sufrido un estancamiento particularmente doloroso durante los últimos decenios, a causa del predominio de la ideología marxista y de la sucesiva guerra, que ha ensangrentado recientemente Croacia y Bosnia-Herzegovina. Después de estos acontecimientos, que han producido graves destrucciones materiales y morales, hoy la situación sociopolítica ofrece a la Iglesia católica nuevas posibilidades para trabajar en favor de la promoción del hombre en vuestra patria.

La comunidad eclesial se prepara para esa tarea cumpliendo, ante todo, la misión de evangelizar, que le ha encomendado el Señor. Sin identificarse con ninguna cultura, el mensaje evangélico penetra en los contextos históricos y antropológicos particulares, y, respetando sus valores y riquezas peculiares, les ayuda «a hacer surgir de su propia tradición viva expresiones originales de vida, de celebración y de pensamiento cristianos» (Catechesi tradendae, 53). En efecto, la evangelización consiste en «alcanzar y transformar con la fuerza del Evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad, que están en contraste con la palabra de Dios y con el designio de salvación» (Evangelii nuntiandi, 19), para promover condiciones de vida cada vez más dignas del hombre y de su destino sobrenatural.

3. Amadísimos hermanos y hermanas, ojalá que el VI centenario de la fundación del Estudio general de los dominicos de Zadar impulse a los católicos croatas a estar muy presentes en los centros académicos, para mantener el necesario diálogo entre la ciencia y la fe. Este compromiso supone en los creyentes una renovada responsabilidad ante su propia cultura y su desarrollo. Que en la confrontación permanente con el Evangelio purifiquen las diversas expresiones culturales de perspectivas de muerte y de pseudovalores, para redescubrir la auténtica vocación humana, según el proyecto originario del Creador.

En un tiempo caracterizado por profundas y rápidas transformaciones, los católicos están llamados a brindar a su país nuevas energías intelectuales y morales para construir un futuro inspirado en la civilización del amor. Ojalá que la transparencia en los diversos ámbitos de la convivencia social, la disponibilidad al perdón recíproco y a la reconciliación, la acogida de los más débiles y la ayuda a los pobres, el respeto a la persona y a su dignidad, y la atención a las auténticas necesidades de la familia, célula primaria de toda sociedad, sean referencias irrenunciables en el camino hacia el nuevo milenio cristiano.

4. Contemplando las grandes realizaciones del pasado, los creyentes no pueden dejar de sentirse llamados a dar una nueva vitalidad a la cultura croata y a promover los auténticos valores que les han transmitido sus padres. Esta herencia, asumida plenamente, constituirá la mejor garantía para la realización de un moderno sistema educativo y para la consecución de ulteriores metas de civilización y progreso.

Encomiendo este compromiso a la intercesión celestial de María, Madre del Redentor, a quien también invocáis como «Advocata Croatiae fidelissima», y, mientras deseo toda clase de bienes a vuestra amada nación, os imparto de corazón una bendición apostólica especial a cada uno de vosotros y a vuestras familias.

¡Alabados sean Jesús y María!

 



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