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MENSAJE DEL PAPA JUAN PABLO II
CON OCASIÓN DE LA REANUDACIÓN DE LA GRAN ORACIÓN
POR ITALIA EN EL SANTUARIO DE LORETO

 

Al venerado hermano
cardenal Camillo RUINI
presidente de la Conferencia episcopal italiana

He recibido con alegría la noticia de que, a partir del próximo día 8 de septiembre, fiesta de la Natividad de la santísima Virgen María, se reanudará la Oración diaria por Italia en la Santa Casa de Loreto y se encenderá la lámpara de Italia, que arderá para simbolizar la invocación del pueblo italiano.

La Gran Oración por Italia comenzó en 1994, cuando la constante solicitud que siento por la querida nación italiana me impulsó a invitar a elevar incesantemente a Dios una oración en la Iglesia (cf. Hch 12, 5) con el fin de obtener la gracia de la conversión de los corazones, condición indispensable para construir una convivencia más justa y solidaria. El 10 de diciembre de ese año, a los pies de la Virgen de Loreto, en fraterna e intensa comunión con los obispos italianos, en presencia de autoridades del Estado, pude celebrar la fase conclusiva de la respuesta común suscitada por ese llamamiento.

La nueva y providencial iniciativa que, enlazando con aquella, se ha transformado en la Oración diaria por Italia, prolonga la invocación de paz y constituye una ulterior ocasión para prepararse a vivir la gracia del jubileo, dirigiendo la mirada con renovado y filial amor a María, que en todos los lugares de la península es venerada como refugio seguro en los peligros y Madre benévola ante las súplicas de los que atraviesan alguna prueba (cf. Sub tuum praesidium, en Breviario Romano).

Mientras la cercanía del tercer milenio suscita nuevas expectativas y esperanzas, contemplamos a María, primera discípula del Señor y Maestra de sabiduría, que nos ayuda a leer las vicisitudes de la historia con una total disponibilidad a la palabra del Señor. Así, con su maternal apoyo, el pueblo italiano podrá discernir más fácilmente «los signos de los tiempos» y comprometerse con valentía y perseverancia en la construcción de una sociedad con rostro y dimensión auténticamente humanos.

La lámpara de Italia, que brillará diariamente en la Santa Casa, lugar que evoca el misterio del Verbo encarnado, será símbolo de la constante consagración de la comunidad italiana a la Madre del Señor. Al mismo tiempo, recordar á que los cristianos tienen el deber de estar vigilantes, con las lámparas encendidas (cf. Mt 25, 1-13), y perseverantes en la oración y en la fidelidad al Evangelio, para iluminar con la antorcha de la verdad y del amor de Cristo las diferentes realidades sociales, políticas, culturales y económicas de la existencia.

A la vez que formulo fervientes votos para que esta providencial iniciativa produzca los frutos esperados, expreso mi viva satisfacción y, unido espiritualmente a cuantos se encuentran reunidos en el sagrado templo de Loreto, con gusto le imparto a usted, señor cardenal, a mons. Angelo Comastri, a los obispos italianos y a los fieles presentes en el sagrado rito, una especial bendición apostólica, que extiendo de buen grado a toda la querida nación italiana.

Castelgandolfo, 6 de agosto de 1998

JUAN PABLO II



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