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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LA SECCIÓN DE VALENCIA DEL INSTITUTO PONTIFICIO
JUAN PABLO II PARA ESTUDIOS SOBRE MATRIMONIO Y FAMILIA


Jueves 2 de julio de 1998

 

Queridos hermanos en el episcopado;
amados sacerdotes, profesores, alumnos y amigos
de la sección española del Pontificio Instituto para estudios sobre el matrimonio y la familia:

Me complace recibiros en esta audiencia en el curso de vuestra peregrinación a Roma, que coincide con la visita «ad limina» de los obispos de vuestra provincia eclesiástica, entre cuyas prioridades pastorales sobresale el tema del matrimonio y la familia. Habéis querido venir para agradecer la fundación de la sección española y presentarme los frutos de estos cuatro años de intenso trabajo académico.

Agradezco a mons. Agustín García- Gasco, arzobispo de Valencia y Vice-Gran canciller de la Sección, las amables palabras que me ha dirigido. Saludo asimismo a mons. Juan Antonio Reig, obispo de Segorbe-Castellón y decano del Instituto, así como a las autoridades civiles y a los miembros de la recién constituida fundación que sostiene los trabajos del Instituto.

Como bien sabéis, cuando el Sínodo de 1980 reflexionó sobre las luces y sombras de la familia, sintió la necesidad de crear un instrumento académico que preparase convenientemente a los sacerdotes para acompañar a las familias como verdaderos padres, hermanos, pastores y maestros, ayudándolas con los recursos de la gracia e iluminándolas con la luz de la verdad. También se vio la conveniencia de que los laicos recibieran esa formación, para que ellos, individualmente o por medio de asociaciones, pudieran aportar su consejo, animación y apoyo a la promoción de la institución familiar. Así surgió hace cuatro años el instituto del cual sois la sección española, y entre cuyos logros está la capacitación de un considerable número de alumnos, pastores y fieles, como profesionales expertos que ayuden a transformar los distintos ambientes de la sociedad con la levadura del «Evangelio de la vida».

Ante la confusión que reina en el campo de la familia y de la vida, es preciso presentar la belleza y el atractivo del plan de Dios sobre el matrimonio y la institución familiar, de modo que se fortalezca la voluntad de los hombres y mujeres de nuestro tiempo de vivir su grandeza, siendo conscientes también de las exigencias que conlleva. Para ello es necesario el estudio y la preparación académica, tareas a las que os habéis de entregar con pasión y gozo. Os animo a proseguir en este servicio al hombre y a la sociedad.

El objetivo de vuestro Instituto es investigar y transmitir la verdad natural y revelada sobre el matrimonio y la familia, ofreciendo a la pastoral familiar el conveniente apoyo filosófico-teológico que le permita reaccionar frente a las concepciones materialistas del hombre, tan difundidas por desgracia en la sociedad actual. Por ello vosotros, que sois las primeras generaciones de la sección española, una vez adquirida la formación adecuada, debéis comprometeros, como profesores y animadores de la pastoral familiar, en enriquecer la vida de los fieles, ayudándoles a descubrir la «vocación a la santidad» de los esposos y demás miembros de la familia. Este año estáis dedicando una atención especial al estudio y la difusión de la «Carta de los derechos de la familia», que puede ser un válido instrumento para iluminar muchos de los actuales problemas. Os felicito por esta elección y os animo a seguir trabajando en favor de un auténtico humanismo familiar, que ayude a considerar la familia como el santuario de la vida, la escuela que permite la transmisión de la fe y favorece el diálogo entre sus miembros y con Dios.

Que la Virgen María, Reina de la familia, que en Valencia veneráis como «Mare de Deu dels Desamparats», proteja con su maternal intercesión la obra buena que lleváis a cabo. Por su mediación os imparto, como prenda de un servicio fructuoso a la familia y a la vida, una particular bendición apostólica, que complacido extiendo a todos los que colaboran con vosotros.

 



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