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ALOCUCIÓN DEL PAPA JUAN PABLO II
CON MOTIVO DE LA NUEVA ILUMINACIÓN
DE LA BASÍLICA DE SAN PEDRO

Viernes, 17 de diciembre de 1999

 

Señor cardenal;
amables señoras y señores:

1. Os saludo cordialmente a cada uno. Me alegra mucho acogeros esta tarde, en que tenemos la alegría de inaugurar el nuevo sistema de iluminación de la basílica de San Pedro.

Saludo y doy las gracias de modo especial al cardenal Virgilio Noè, que se ha hecho intérprete de los sentimientos comunes y ha querido ilustrarme el conjunto de los trabajos realizados y los resultados logrados. Saludo al presidente de la ACEA, doctor Fulvio Vento, y al administrador delegado, doctor Paolo Cuccia, a quienes expreso mi gratitud por las amables palabras que han querido dirigirme. Saludo, asimismo, a los representantes del consejo de administración, acompañados por sus familiares y amigos.

2. Después de la laboriosa operación de restauración, que ha devuelto a la fachada su esplendor original, concluye hoy  una  nueva  iniciativa  que  valora esta  basílica,  tan  querida  para  todo el mundo católico. La cita del jubileo del año 2000, ya inminente, impulsó a los responsables  de  la  Fábrica  de  San Pedro  a  pensar  en  una obra significativa,  que  permitiera a los peregrinos y visitantes  apreciar,  también  durante las horas nocturnas, la belleza de este templo.

La realización de la nueva iluminación de la fachada, del tambor, de la cúpula, de las cupulitas y de la linterna ha corrido a cargo de la empresa ACEA, que ha utilizado medios modernos y equipos adecuados para acentuar los elementos que, precisamente por su plasticidad, hacen que este edificio sagrado sea único en el mundo. Además, la óptima solución adoptada reduce la energía empleada en un cuarenta por ciento y, a la vez, limita notablemente la contaminación luminosa, puesto que los proyectores están situados cerca de las formas arquitectónicas.

De este modo, los fieles que vengan a Roma para rendir homenaje a la tumba del apóstol Pedro y crucen la Puerta santa para lucrar la indulgencia del jubileo podrán admirar, también de noche, todo el complejo de San Pedro, captando su singular valor arquitectónico.

3. Ojalá que la nueva iluminación, que envuelve a la basílica y la muestra en toda su grandeza, constituya para los peregrinos y visitantes una invitación a acoger en su vida a Cristo, que es la luz del mundo. Que sea para los creyentes un ulterior  estímulo  para  testimoniar en la  vida  su fidelidad a Dios y a la Iglesia.

Me congratulo con cuantos han colaborado activamente en la realización de este nuevo sistema de iluminación:  con los proyectistas, los directores de los trabajos, los técnicos y los obreros. Expreso a todos mi gratitud y mi admiración por la obra realizada con competencia y dedicación.
Al mismo tiempo que pido a Cristo, que por nosotros se hizo hombre hace dos mil años, abundantes dones de serenidad y de paz, os imparto de corazón a cada uno de vosotros y a vuestros familiares la bendición apostólica.

 



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