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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
AL COMITÉ CATÓLICO PARA LA COLABORACIÓN
CULTURAL CON LAS IGLESIAS ORIENTALES


Sábado 18 de enero de 2003

 

Señores cardenales;
venerados hermanos en el episcopado;
reverendos padres;
estimados señores: 

1. Me alegra encontrarme con vosotros en vuestra condición de miembros del "Consejo de gestión" del Comité católico para la colaboración cultural, con vuestro presidente, el obispo monseñor Gérard Daucourt, y con algunos oficiales del dicasterio.

Deseo, ante todo, expresar mi aprecio por la disponibilidad y la generosidad con que las personas y las entidades que forman parte de este organismo de consulta, incluido en el ámbito de la Sección oriental del Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos, están realizando desde hace años una actividad de apoyo eclesial a las Iglesias ortodoxas y a las antiguas Iglesias orientales, según la voluntad de mi venerado predecesor el Papa Pablo VI, que también yo comparto plenamente. La acción del Comité comprende la concesión de becas a candidatos ortodoxos presentados por sus autoridades eclesiales; el envío de libros y de literatura, sobre todo teológica y patrística, a los seminarios y a las bibliotecas ortodoxas; y la promoción de proyectos especiales de los mismos seminarios e institutos de formación.

Es una obra importante que se inspira en el criterio de la reciprocidad y constituye, por su naturaleza, un importante testimonio de comunión. En efecto, los candidatos ortodoxos becarios siguen los cursos en los diversos ateneos de Roma o de otras ciudades de Occidente, y por lo general son acogidos en colegios pontificios o en otras instituciones católicas. Su presencia expresa así una sinergia eficaz, que aplica un elemento fundamental del compromiso ecuménico:  el intercambio de dones entre las Iglesias en su complementariedad. Esto hace particularmente fecunda la comunión (cf. Ut unum sint, 57).

2. El Comité, al inicio del nuevo milenio y a la luz del renovado contexto de las relaciones con las Iglesias de Oriente, ha querido reflexionar en el camino recorrido y encontrar modos de ampliar su acción para responder cada vez mejor a las numerosas peticiones que le llegan de Oriente. Espero que vuestro encuentro contribuya a reforzar concretamente el compromiso de vuestra institución, favoreciendo su acción cada vez más eficaz en el campo de la formación.

Al inicio del nuevo milenio, en este período de transición entre lo que se ha realizado y lo que estamos llamados a realizar para promover el camino ecuménico hasta llegar a la comunión plena (cf.ib., 3), tenemos una tarea ineludible, que también el Comité debe asumir con decisión, es decir, favorecer una amplia acogida de los resultados alcanzados en las diversas iniciativas ecuménicas, sin perder ocasión de subrayar que la promoción del compromiso ecuménico debe ser una preocupación constante en la obra de formación. Ya no podemos seguir ignorándonos recíprocamente; ha llegado la hora del encuentro y del intercambio de dones, sobre la base de un conocimiento objetivo mutuo y profundo.

3. Desde esta perspectiva, os animo a continuar la acción que realizáis con loable empeño, y os aseguro el apoyo de mi oración.

Con estos sentimientos, de corazón os imparto a todos mi bendición.

 



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