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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LOS PARTICIPANTES EN EL CAPÍTULO GENERAL
DE LA ORDEN DE LOS FRAILES MENORES

Lunes 16 de junio de 2003

 

Amadísimos Frailes Menores: 

1. Me alegra acogeros con ocasión de vuestro capítulo general ordinario, que se está celebrando en la "Porciúncula", en Asís. Dirijo mi saludo cordial al nuevo ministro general, padre José Rodríguez Carballo, y, a la vez que le agradezco las amables palabras con las que se ha hecho intérprete de vuestros sentimientos comunes, le expreso mis fervientes deseos de buen trabajo en la ardua tarea que se le ha confiado.

Extiendo mi saludo a su predecesor, padre Giacomo Bini, a los presentes, a todos vuestros hermanos y, en particular, a los enfermos, a los ancianos y a los jóvenes, que constituyen la esperanza de vuestra Orden para el bien de la Iglesia.

2. Según la antigua tradición, lo que estáis celebrando se llama "capítulo de Pentecostés", porque desde los inicios tiene lugar en la proximidad de esa solemnidad. Como escribí en el Mensaje que os dirigí, esta circunstancia pone de relieve "el papel fundamental que san Francisco reconoce al Espíritu Santo, a quien solía definir "Ministro general" de la Orden (cf. Celano, Vida segunda, CXLV, 193:  FF 779). El Espíritu Santo purifica, ilumina e incendia los corazones con el fuego del amor, conduciéndolos al Padre tras las huellas del Señor Jesús (cf. Carta a todos los frailes, VI, 62-63:  FF 233)" (10 de mayo de 2003, n. 1:  L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 13 de junio de 2003, p. 4).

Todo capítulo general constituye un momento de gracia especial para la familia religiosa que lo celebra; una ocasión propicia para reflexionar en el camino recorrido y establecer opciones y líneas operativas para el futuro. El Espíritu Santo os conceda comprender mejor cuáles son las prioridades de la misión que Dios os confía para el bien de la Iglesia y del mundo.

3. En el alba del tercer milenio, los discípulos de Cristo sienten con mayor fuerza la urgencia de la nueva evangelización. También vuestras Fraternidades comparten este anhelo apostólico y, fieles a su vocación, están decididas a llevar a los hombres y a las mujeres de nuestro tiempo la buena nueva de la salvación ofrecida por Cristo a la humanidad.

Este compromiso misionero dará fruto en la medida en que se cumpla en sintonía con los pastores legítimos, a los que el Señor ha encomendado la responsabilidad de su grey. A este respecto, noto con satisfacción los esfuerzos realizados para superar dificultades existentes desde hace tiempo en algunos territorios. Deseo de corazón que, gracias a la contribución de todos, se logre plenamente el entendimiento con la autoridad diocesana solicitado por mi venerado predecesor, el Papa Pablo VI, y que es indispensable para una obra eficaz de evangelización.

Queridos Frailes Menores, conservad vuestro estilo típico, basado en la pobreza y la vida fraterna, en la docilidad y la obediencia, teniendo fija vuestra mirada en Cristo, como hacía el "Poverello" de Asís, vuestro padre y maestro. Él enseña que "el predicador debe, ante todo, alcanzar en el secreto de la oración lo que después transmitirá en sus discursos. Primero debe calentarse interiormente, para no proferir exteriormente palabras frías" (cf. Celano, Vida segunda, CXXII, 163:  FF 747).

4. Tended a la santidad. Se trata de una verdadera urgencia pastoral para nuestro tiempo. A este propósito, en la carta apostólica Novo millennio ineunte afirmé que "es el momento de proponer de nuevo a todos con convicción este "alto grado" de la vida cristiana ordinaria" (n. 31).

Amadísimos hermanos, para ayudar a los demás a buscar a Dios por encima de todas las cosas, es preciso que vosotros seáis los primeros en comprometeros en esta ardua pero exaltante ascesis personal y comunitaria, encontrando en vuestra Regla y en vuestras Constituciones "un itinerario de seguimiento, caracterizado por un carisma específico reconocido por la Iglesia" (Vita consecrata, 37).

Ojalá que los trabajos capitulares, sostenidos por la oración de toda la Orden, contribuyan a acrecentar el espíritu de humilde escucha de Dios y de adhesión filial a las directrices de los pastores de la Iglesia que debe caracterizar a los Frailes Menores. Os asistan san Francisco y los santos protectores de la Orden.

Os acompañe la Virgen María, a la que veneráis como patrona especial con el titulo de "Inmaculada". Ella, "Estrella de la nueva evangelización", haga que estéis siempre dispuestos a responder con generosidad a la llamada de su Hijo divino. El Papa está cerca de vosotros y os bendice de corazón a vosotros, a vuestras Fraternidades y a toda vuestra familia espiritual.

 



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