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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LOS JÓVENES DEL SERVICIO CIVIL
Y AL PERSONAL DEL BANCO DE CRÉDITO COOPERATIVO SANGRO TEATINA


Sábado 8 de marzo de 2003

 

1. ¡Bienvenidos, queridos amigos, que formáis parte de la vasta familia del servicio civil! Gracias por esta visita, que me brinda la oportunidad de conoceros mejor y de manifestaros mi aprecio por la profesionalidad y la entrega con que salís al encuentro de cuantos se hallan en dificultades, dispuestos a ofrecerles vuestra ayuda.

Os saludo con afecto. En particular, saludo al señor Carlo Giovanardi, ministro para las relaciones con el Parlamento, al que doy las gracias por haberse hecho intérprete de los sentimientos comunes, ilustrando al mismo tiempo las actividades y las perspectivas del servicio civil en Italia.

Algunos de vosotros, por profunda convicción personal, habéis elegido prestar este servicio en lugar del militar. Otros, muchachos y muchachas, aprovechando las nuevas normas relativas al servicio civil nacional, han decidido dedicar algunos años de su juventud a la noble causa del bien común, para construir una sociedad basada en los valores humanos y espirituales, difundiendo la cultura de la acogida y de la solidaridad.

2. Por las palabras del señor Giovanardi he podido intuir cuán vasto es vuestro campo de acción:  desde la defensa de los derechos de las personas, pasando por la educación para la paz, hasta la cooperación a nivel nacional e internacional. Entre vuestras actividades se encuentran la formación de los menores, la asistencia a domicilio y en hospitales, la inserción laboral de las personas discapacitadas, la promoción cultural, la salvaguardia del patrimonio histórico y la protección civil y ambiental.

La apertura del servicio civil a las mujeres y el paso a un servicio militar libre han multiplicado las oportunidades de empleo de voluntarios en Italia y en otros países, especialmente del tercer mundo. Pienso, entre otros, en el proyecto de instituir cuerpos civiles de paz en el ámbito europeo y mundial con modalidades de formación y de crecimiento más eficaces.

3. Se podría decir que el servicio civil constituye, en el actual momento histórico, un "signo de los tiempos". También la Iglesia quiere aprovechar esta valiosa reserva de energías, colaborando con las instituciones civiles en la reforma del marco jurídico dentro del cual se ha de insertar el nuevo servicio civil. Por esta razón, los obispos han querido reafirmar algunas líneas de acción importantes, como la formación de la persona, la opción preferencial por los pobres y los marginados, la diversificación de las propuestas según los intereses y las expectativas de los jóvenes, el relanzamiento del servicio civil como contribución al bien común, y la atención a las situaciones locales y a las de los países emergentes o marcados por la guerra.

A través de la elección de la objeción de conciencia y el servicio civil se ha intensificado la cooperación entre la Iglesia, los jóvenes y el territorio. Esto ha permitido, desde 1976, la programación de itinerarios de crecimiento humano y cristiano con diversas experiencias significativas de solidaridad. En este contexto, hoy, día dedicado a la mujer, me complace recordar la contribución que han dado y siguen dando numerosas mujeres, a través del servicio civil nacional, a la consolidación de las comunidades civiles y eclesiales.

Por último, quisiera recordar lo que el beato Juan XXIII escribió hace exactamente cuarenta años en la encíclica Pacem in terris:  «Entre las tareas más graves de los hombres de espíritu generoso hay que incluir, sobre todo, la de establecer un nuevo sistema de relaciones en la sociedad humana, bajo el magisterio y la égida de la verdad, la justicia, la caridad y la libertad» (n. 163). Queridos amigos del servicio civil, convenceos cada día más del valor de vuestra misión. La Virgen María, sublime modelo de servicio a Dios y a los hermanos, os acompañe y proteja siempre. Os aseguro mi oración, a la vez que a todos os bendigo de corazón.

4. Os dirijo ahora mi saludo cordial a vosotros, queridos amigos del Banco de crédito cooperativo Sangro Teatina, que celebra el centenario de su fundación. A todos doy mi bienvenida. Saludo, en particular, al pastor de vuestra archidiócesis, monseñor Edoardo Menichelli, que ha querido acompañaros en este encuentro. Extiendo mi saludo a los directivos, a los dependientes y a todos los familiares.

Vuestro banco fue fundado el 3 de mayo de 1903, también gracias a la próvida iniciativa de cuatro sacerdotes, a la luz de las enseñanzas propuestas en la encíclica Rerum novarum por mi venerado predecesor el Papa León XIII. El Banco se llamaba entonces Caja rural católica de depósitos y préstamos San Francisco de Asís, y quería convertir la cooperación en el campo del ahorro y del crédito en un instrumento útil para salir al encuentro de los sectores rurales, que a menudo eran víctimas de la usura, muy difundida y mortificante.

Desde su fundación hasta hoy han pasado cien años, durante los cuales vuestro banco ha experimentado amplias y profundas transformaciones, manteniendo siempre intacto su estilo de solidaridad y su inspiración ético-social basada en el Evangelio.

Me congratulo con vosotros por el trabajo realizado y por el consenso, no sólo económico sino también social y cultural, que el Banco encuentra a través de las numerosas y diversificadas intervenciones de beneficencia y solidaridad entre las poblaciones de Abruzos y Molise, donde está presente. Han cambiado las condiciones económicas y sociales de las poblaciones, pero persisten muchos problemas agudizados por la crisis económica que afecta a todo el mundo. Deseo que vuestra actividad siga manteniendo el espíritu de sus orígenes, y se abra con valentía y clarividencia a las nuevas necesidades del actual momento histórico.

Que os protejan san Francisco de Asís y vuestros santos patronos; vele sobre vosotros y sobre vuestras familias María santísima, y os ayude a ser siempre discípulos fieles de su Hijo Jesús en la difusión del evangelio de la caridad.

Queridos hermanos, os agradezco de nuevo vuestra visita y, a la vez que os aseguro un recuerdo en la oración, os bendigo de corazón a todos.

 



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