ALOCUCIÓN DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
EN LA I JORNADA EUROPEA DE LOS UNIVERSITARIOS
Sábado 15 de marzo de 2003
Queridos jóvenes universitarios:
1. Os saludo con afecto y os agradezco vuestra participación, llena de devota alegría, en esta vigilia mariana con ocasión de la primera Jornada europea de los universitarios. Agradezco, en particular, al cardenal Camillo Ruini las cordiales palabras con que ha interpretado los sentimientos comunes. Mi agradecimiento se extiende también a monseñor Lorenzo Leuzzi y a cuantos han colaborado en la organización de esta Jornada. Doy las gracias, además, a los coros y a la orquesta, así como a Radio Vaticano y al Centro televisivo vaticano, que han realizado las diversas conexiones radiofónicas y televisivas.
Saludo cordialmente a los jóvenes que están unidos a nosotros, juntamente con sus pastores, desde Upsala, Bratislava, Cracovia, Colonia, Fátima, Viena, y desde algunas parroquias de Ucrania. ¡Gracias, queridos hermanos, por vuestro testimonio de fe y fraternidad! Os deseo todo bien para vuestros estudios y para vuestros proyectos de vida.
Esta tarde hemos orado por Europa, en un momento importante de su historia. Los jóvenes pueden y deben participar en la construcción de la nueva Europa, con su contribución de aspiraciones e ideales, de estudio y trabajo, de creatividad y entrega generosa. Los jóvenes cristianos, de modo especial, están llamados a anunciar y testimoniar a Cristo y a ser, en su nombre, constructores de unidad en la diversidad, de libertad en la verdad y de paz en la justicia, de la paz que el mundo necesita hoy particularmente.
Queridos jóvenes amigos, os expreso esta tarde un deseo que me interesa mucho: que las nuevas generaciones sean fieles a los elevados principios espirituales y morales que en el pasado inspiraron a los padres de la Europa unida.
2. Durante esta vigilia, en la que se percibe el entusiasmo y la fe típicos de los jóvenes, el pensamiento va naturalmente a las Jornadas mundiales de la juventud. Son acontecimientos que me permiten encontrarme, desde un extremo al otro de la tierra, con jóvenes de diversos continentes, escucharlos y hablar con ellos de Cristo. La atención común se centra cada vez en un tema específico. Para la próxima Jornada, que se celebrará en las diversas diócesis el domingo de Ramos, teniendo en cuenta que estamos en el Año del Rosario, he elegido las significativas palabras de Jesús a su apóstol predilecto: "He ahí a tu madre" (Jn 19, 27). Se trata de una fuerte invitación dirigida a todos vosotros, queridos jóvenes, para que reconozcáis y acojáis en vuestra vida a María como Madre.
Jóvenes de Europa y del mundo, abrid vuestro corazón a María y seguid dócilmente su ejemplo.
3. Me dirijo ahora a vosotros, queridos jóvenes de Roma, y os cito para el jueves 10 de abril, en la plaza de San Pedro. Será una ocasión de oración y fiesta, como esta tarde. Juntos haremos un acto solemne de consagración a la Virgen, pidiéndole que vele sobre vosotros y proteja vuestro camino de jóvenes del tercer milenio. En esa circunstancia regalaré a cada uno de los presentes un rosario, invitando a rezar esta tradicional oración mariana, para que sea cada vez más familiar también a la juventud de hoy. Con el rezo fervoroso del rosario se puede cambiar el destino del mundo.
Que esta certeza os anime durante la procesión que vais a realizar dentro de poco hasta la iglesia de San Ivo en La Sapienza, llevando el icono de María Sedes Sapientiae. Me uno a vosotros espiritualmente, a la vez que con afecto os bendigo a todos vosotros y a vuestros seres queridos.
Copyright © Dicastero per la Comunicazione - Libreria Editrice Vaticana