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MENSAJE DEL PAPA JUAN PABLO II
A LOS PARTICIPANTES EN EL CONGRESO INTERNACIONAL SOBRE
"REGULACIÓN NATURAL DE LA FERTILIDAD Y CULTURA DE LA VIDA"

 

Ilustres señores y amables señoras:

1. Me alegra enviar mi cordial saludo a todos vosotros, participantes en el Congreso internacional sobre "Regulación natural de la fertilidad y cultura de la vida", que se celebra en Roma durante estos días. Saludo con afecto a todos y cada uno. Expreso mi vivo aprecio a los que han colaborado en la realización de esta iniciativa:  en primer lugar, al Centro de estudios para la regulación natural de la fertilidad, a las Facultades de medicina y cirugía de las diversas universidades romanas, al Ministerio italiano de sanidad, al Instituto italiano de medicina social y a la Oficina de pastoral universitaria del Vicariato de Roma.

Este encuentro afronta temas actuales, muy interesantes para el desarrollo de las relaciones entre la ciencia y la ética. El Magisterio de la Iglesia ha acompañado con gran solicitud el desarrollo de la que podríamos llamar "cultura de la procreación responsable" y ha fomentado el conocimiento y la difusión de los métodos llamados "naturales" de regulación de la fertilidad. En diversas ocasiones mis venerados predecesores, desde Pío XII hasta Pablo VI, impulsaron la investigación en ese ámbito, precisamente con el fin de ofrecer bases científicas cada vez más sólidas a una regulación de los nacimientos que respete la persona y el plan de Dios sobre el matrimonio y sobre la procreación. En estos años, gracias a la contribución de innumerables matrimonios cristianos en muchas partes del mundo, los métodos naturales han entrado en la experiencia y en la reflexión de los grupos, de los movimientos familiares y de las asociaciones eclesiales.

2. Hoy asistimos a la consolidación de una mentalidad que, por un lado, parece atemorizada ante la responsabilidad de la procreación y, por otro, en cierto sentido quisiera dominar y manipular la vida. Por tanto, urge insistir en una acción cultural que ayude a superar, en este ámbito, tópicos y mistificaciones, con mucha frecuencia amplificados por cierto tipo de propaganda. Al mismo tiempo, es preciso llevar a cabo una obra educativa y formativa capilar con respecto a los cónyuges, los novios y los jóvenes en general, así como con respecto a los agentes sociales y pastorales, para explicar adecuadamente todos los aspectos de la regulación natural de la fertilidad en sus fundamentos y en sus motivaciones, al igual que en sus consecuencias prácticas.

Los centros de estudio y enseñanza de tales métodos prestarán una gran ayuda a la maternidad y a la paternidad responsables, esmerándose por lograr que a cada persona, comenzando por el hijo, se la reconozca y respete por sí misma, y que cada elección esté animada e inspirada por el criterio de la entrega sincera de sí.

Es evidente que, cuando se habla de regulación "natural", no se refiere sólo al respeto del ritmo biológico. Mucho más precisamente, se trata de responder a la verdad de la persona en su íntima unidad de espíritu, psique y cuerpo, unidad que nunca se puede reducir sólo a un conjunto de mecanismos biológicos. Únicamente en el contexto del amor recíproco, total y sin reservas, de los cónyuges se puede vivir con toda su dignidad el acontecimiento de la generación, al que está vinculado el futuro mismo de la humanidad. Precisamente por eso, no sólo los médicos y los investigadores están llamados a dar su contribución responsable a ese acontecimiento fundamental, sino también los agentes pastorales y las autoridades políticas, en sus respectivos ámbitos de competencia.

3. El hecho de que el Congreso haya sido organizado por algunas Facultades de medicina me brinda la oportunidad de subrayar, de modo especial, el papel que desempeñan los médicos en este campo tan delicado. Quisiera renovar aquí la expresión de la estima que la Iglesia siente desde siempre por todos los que en el mundo de la salud se esmeran por ser coherentes con su vocación de servidores de la vida. Pienso, en particular, en los hombres y mujeres de ciencia que, iluminados por la fe, se dedican a la investigación y difusión de los métodos naturales de regulación de la fertilidad, promoviendo al mismo tiempo una educación en los valores morales que implica el recurso a esos métodos. El papel y la responsabilidad de las universidades resultan decisivos para la promoción de programas de investigación en este campo, así como para la formación de futuros profesionales capaces de ayudar a los jóvenes y a los matrimonios a tomar decisiones cada vez más conscientes y responsables.

Deseo que el actual encuentro marque una nueva etapa en este camino, contribuyendo a profundizar de modo completo en ese tema en sus diversos aspectos científicos, culturales, psicosociales y formativos. Sin duda brindará la oportunidad de una actualización en lo relativo al estado de la enseñanza de los métodos naturales a nivel mundial, especialmente en las Facultades europeas de medicina.

Asegurando a cada uno de los participantes en el Congreso mi cercanía espiritual, les deseo pleno éxito en esas intensas jornadas de estudio. Con estos sentimientos, a la vez que invoco sobre los trabajos la asistencia especial de María santísima, de buen grado envío a todos una especial bendición apostólica.

Vaticano, 28 de enero de 2004

JUAN PABLO II



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