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[ ES  - LA ]

CARTA DEL PAPA JUAN XXIII
EN EL XIX CENTENARIO
DEL MARTIRIO DEL SANTIAGO EL MENOR
* 

A NUESTRO QUERIDO HIJO
BASILIO M. HEISER
MODERADOR GENERAL
DE LOS FRANCISCANOS CONVENTUALES

 

Querido hijo,
salud y bendición apostólica,

Santiago el Menor, miembro del Colegio Apostólico, dotado de gran esplendor, atrae con derecho durante este año la piedad y el culto amante de los fieles hacia sí, pues se cumplen los XIX siglos desde que, coronado en ilustre martirio, pasó de la vida terrestre al cielo.

Alabamos y aprobamos la determinación por la que tú, querido hijo, y tus hermanos de hábito os habéis decidido a festejar con ritos y reuniones este acontecimiento centenario, movidos ciertamente por una sana intención: pues la Basílica de Roma de los Santos Apóstoles de vuestra casa madre, fue dedicada por Nuestro predecesor Juan III a Santiago el Menor y a San Felipe, y la fama y venerable memoria de tan gran varón exige que se realice allí los principales actos conmemorativos, a lo cual, ciertamente, accede Roma y la Iglesia entera, dado que la protección, la defensa y la inspiración en los momentos presentes, en vísperas del magno acontecimiento, es decir, el Concilio Ecuménico Vaticano II es de una gran importancia.

Con motivo de esta festividad aniversaria, el pueblo cristiano sea adoctrinado abundantemente sobre el Santo apóstol para que de esta forma su vida, sus admirables gestas, el admirable triunfo de la muerte de este discípulo de Cristo, sobre el que en la Sagrada Escritura y en los monumentos de antigua tradición se han entregado, a la posteridad abundantes datos, aparezcan con todo su esplendor; pero será lo principal el que se saquen enseñanzas de vida y costumbres cristianas de la epístola que Santiago escribió, y se piense y medite sobre ella; pues se puede percibir en ella como el sonido de Dios (Cf. Ez 1, 24), de tal forma que brille en Nosotros la norma del recto sentir y la más perfecta virtud. Con palabras celestiales el santísimo hijo de Alfeo y de María entre otras cosas nos enseña que la fe sin obras está muerta; que las obras la hacen fértil.

Deseamos que juntamente con Santiago el Menor sea celebrada la memoria de San Felipe Apóstol, también anejo al culto de vuestro templo y también el honor de todos los apóstoles, su dignidad y sean invocados su patrocinio y ayuda. Pues "Ellos son príncipes de la Iglesia / Capitanes triunfadores en la guerra / Soldados de la milicia celestial / verdaderas antorchas del mundo" (Del Breviario romano en la fiesta de los apóstoles en el himno de Maitines). Conocéis sin duda que el Concilio Ecuménico que estamos preparando y que dentro de poco celebraremos es la gran esperanza para nuestro tiempo y donde tenemos puestas nuestras miras para que la renovación espiritual sea como una florida primavera. Todo lo cual sucederá, si la fe apostólica, por la cual Cristo oró al Padre sana y pura, brillante y eficaz, libre de insidias internas y externas rige las mentes y las costumbres.

Que las oraciones de Santiago y Felipe y de los demás apóstoles muevan al Padre de la luz de quién procede todo lo bueno (Cf. St 1, 16) a conceder amplitud de dones celestiales para el próximo y sacrosanto Sínodo, con objeto de que la Iglesia iluminada con nueva luz, fortalecida con fuerza nueva pueda proporcionar los auxilios de salvación necesarios en la hora presente al género humano, amansadas las turbulentas tormentas.

Lleno nuestro pecho de estos sentimientos impartimos la Bendición Apostólica a ti querido hijo Nuestro, a tus hermanos en religión y a todos los que participen en las solemnidades centenarias en honor de Santiago el Menor, que sea acicate para conseguir mayores y mejores cosas.

Dado en Roma, junto a San Pedro, el día 30 del mes de abril, del año de 1962, IV de Nuestro Pontificado.

JUAN PAPA XXIII

 


*  AAS 44 (1962) 388;  Discorsi Messaggi Colloqui del Santo Padre Giovanni XXIII, vol. IV, pp. 1003-1005.



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