RADIOMENSAJE DEL PAPA JUAN XXIII
AL VI CONGRESO EUCARÍSTICO NACIONAL DE PERÚ*
Domingo 28 de agosto de 1960
¡Amadísimos Hijos del Perú!
¡Sea por siempre bendito y alabado el Santísimo Sacramento del Altar! Este es el grito de alegría que brota espontáneo de Nuestros labios al saber que en estos momentos estáis con un solo corazón y una sola alma, rebosantes de fervor, ante la Hostia Santa en numero tan imponente y con un entusiasmo irrefrenable.
Henos aquí, católicos peruanos, para deciros cuanto os amamos en las entrañas de Cristo (cf. Flp 1, 8), para admirar vuestra fe, para exhortaros a la caridad y para ofrecer al Dios, oculto en las especies del pan y del vino, vuestro acto de adoración.
La fe que ilustra las paginas gloriosas de vuestra historia se ha desbordado estos días por las calles y plazas de la hospitalaria Piura, alegrando al Cielo y edificando a los hombres. Os felicitamos por este triunfo eucarístico.
Vuestro Congreso quiere ser una exaltación de aquel mutuo amor de caridad divina que es capaz de unir ante una Custodia santa a los corazones de todos. ¡Bendita unión que os conservara en el camino de la paz y prosperidad! La unidad y la fraternidad universal tienen su origen en la paternidad de Dios y encuentran su más nutritivo alimento en la Mesa Eucarística, donde se recibe a Cristo ofrecido como Victima por la salvación de la humanidad y principio de vida sobrenatural para todos los hombres.
¿Cómo no va a complacer al Señor de los Señores el culto que le habéis tributado publica y solemnemente en este acto de reparación para compensarlo por las ofensas que le causan los pecados del mundo? Con el pueblo del Perú, oh Señor, os alabamos, os bendecimos, os adoramos, os glorificamos.
Vuestra devoción a la Eucaristía sea manantial de vida que renueve las esencias cristianas de esa Nación. Bebed en este torrente la firmeza de vuestra fe contra todo peligro de desviaciones, la pureza de costumbres contra el materialismo amenazador, el debido respeto al sagrado vinculo conyugal contra malsanas teorías. Pedid al Redentor Divino, presente en la Eucaristía como Sumo y Eterno Sacerdote, santos y celosos sacerdotes que continúen su obra de salvación sobre la tierra, que os enseñen el camino del Cielo y os distribuyan el pan de los Ángeles con sus manos puras.
Dios bendiga vuestra Patria, con sus campos y hogares, vuestras aldeas y ciudades, ese hermoso país, resumen gracioso y cifra de toda América. Que vuestros Santos Toribio, Francisco y Rosa de Santa María, con los Beatos Martín y Juan Masías, os impetren las gracias que, con Nuestra cordial y paterna Bendición para Nuestro dignísimo Cardenal Legado, para el Episcopado con su Clero, para las ilustres Autoridades y pueblo todo amadísimo, de corazón imploramos.
* AAS 52 (1960) 829-830. Discorsi, messaggi, colloqui, vol. II págs. 459-460.
Copyright © Dicastero per la Comunicazione - Libreria Editrice Vaticana