VIDEOMENSAJE DEL SANTO PADRE
PARA LA VII CONFERENCIA NACIONAL SOBRE ADICCIONES
[Centro de Congresos Auditorium della Tecnica (Roma), 7-8 de noviembre de 2025]
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Me complace dirigir mi cordial saludo a todos los participantes en la VII Conferencia Nacional sobre Adicciones, promovida en Roma por la Presidencia del Consejo de Ministros.
En los últimos tiempos, a las adicciones como las drogas y el alcohol, que siguen siendo las más prevalentes, se han sumado nuevas formas debido al creciente uso de Internet, computadoras y smartphones se asocia no solo a claros beneficios, sino también a un uso excesivo que a menudo desemboca en adicciones con consecuencias negativas para la salud, relacionadas con el juego compulsivo y las apuestas, con la pornografía y con la presencia casi constante en las plataformas del mundo digital. Y el objeto de la adicción se convierte en una obsesión, condicionando el comportamiento y la existencia cotidiana.
Estos fenómenos, en la mayoría de los casos, son síntoma de un malestar mental o interior del individuo y de un deterioro social de los valores y referencias positivas, especialmente en adolescentes y jóvenes. La juventud es una época de pruebas y preguntas, de búsqueda de un sentido a la existencia y de decisiones que afectan al futuro. El aumento del mercado y del consumo de drogas, el recurso a las ganancias fáciles mediante las máquinas tragamonedas, la adicción a Internet, que también incluye contenidos nocivos, demuestran que vivimos en un mundo carente de esperanza, en el que faltan propuestas humanas y espirituales vigorosas. En consecuencia, muchos jóvenes piensan que todos los comportamientos son equivalentes, ya que no logran distinguir el bien del mal y no tienen sentido de los límites morales.
Por lo tanto, hay que apreciar y alentar los esfuerzos de los padres y de las diversas agencias educativas, como la escuela, las parroquias y los oratorios, destinados a inspirar en las jóvenes generaciones los valores espirituales y morales, para que se comporten como personas responsables. Los adolescentes y los jóvenes necesitan formar su conciencia, desarrollar su vida interior y establecer relaciones positivas con sus compañeros y un diálogo constructivo con los adultos, para convertirse en artífices libres y responsables de su propia existencia.
El miedo al futuro y al compromiso de la vida adulta que se observa entre los jóvenes los hace particularmente frágiles. A menudo no se les anima a luchar por una existencia recta y hermosa; tienden a encerrarse en sí mismos. Las instituciones del Estado, las asociaciones de voluntariado, la Iglesia y la sociedad en su conjunto están llamadas a percibir en estos jóvenes una petición de ayuda y una profunda sed de vivir, para ofrecerles una presencia atenta y solidaria que les invite a un esfuerzo intelectual y moral, y que les ayude a forjar su voluntad.
Se trata de comprometerse cada vez más, y de manera concertada, en una labor de prevención que se traduzca en una intervención de la comunidad en su conjunto. En el marco de una política de prevención del malestar juvenil, es importante aumentar la autoestima de las nuevas generaciones, para contrarrestar la sensación de inseguridad e inestabilidad emocional favorecida tanto por las presiones sociales como por la propia naturaleza de la fase adolescente. Las oportunidades de trabajo, la educación, el deporte, la vida sana, la dimensión espiritual de la existencia: este es el camino de la prevención de las adicciones.
Animo a todos los que participan en este significativo evento a que elaboren propuestas operativas destinadas a promover una cultura de solidaridad y subsidiariedad; una cultura que se oponga al egoísmo y a la lógica utilitaria y económica, y que tienda hacia el otro, a la escucha, en un camino de encuentro y relación con el prójimo, sobre todo cuando es más vulnerable y frágil.
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Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, 7 de noviembre de 2025
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