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  CARTA DE SU SANTIDAD PABLO VI
A MONS. JOHN NOLAN,
PRESIDENTE DE LA MISIÓN PONTIFICIA PARA PALESTINA*

 

La Misión Pontificia para Palestina, establecida con admirable previsión y con un gran espíritu de caridad, por nuestro predecesor de venerable memoria, Pío XII, ha celebrado recientemente el XXV aniversario de su fundación.

Deseamos aprovechar esta ocasión para dirigirte a ti, que eres su Presidente, a tus colaboradores y a todos cuantos te han ofrecido y siguen ofreciéndote su ayuda en favor de esta obra, una palabra de gratitud y de estima por la actividad desarrollada durante estos años a favor de los pueblos de Palestina, en nombre de la caridad de Cristo.

Hemos seguido con interés personal esta actividad en las diversas formas qué ha revestido para responder a las graves y múltiples necesidades de los refugiados: actividad que con frecuencia se ha coordinado con la desplegada laudablemente por otras organizaciones de ayuda, incluso, con los no católicas.

La obra de la Misión para Palestina ha sido uno de los signos más patentes del interés de esta Santa Sede al bienestar de los palestinos, los cuales nos son particularmente queridos por tratarse de gentes de Tierra Santa, porque entre ellos hay cristianos, y porque han conocido y siguen conociendo un destino verdaderamente trágico.

En esta ocasión, queremos manifestarles de nuevo que compartimos en sus sufrimientos y que les apoyamos en sus legítimas aspiraciones. Desearíamos que nuestra paternal solicitud les diera aliento y valor, particularmente a aquellos refugiados que durante años han estado viviendo en condiciones inhumanas.

Por desgracia, este estado de cosas ha producido en muchos palestinos un sentimiento de frustración y en algunos de ellos una angustia y desesperación tales que les han conducido a acciones de protesta violenta que con dolor nos hemos sentido fuertemente obligado a deplorar.

A pesar de ello, nos parece llegado el momento en que todos los palestinos deberían mirar hacia el futuro con una actitud constructiva, serena y responsable, a medida que se va haciendo progresivamente más sólida la esperanza de que sus problemas particulares son estudiados, discutidos y resueltos durante las actuales negociaciones generales para la paz en el Oriente - Medio.

Así, Nuestra Misión a favor de Palestina se halla enfrentada con una tarea muy importante. Además de continuar su obra asistencial, sin distinción de nacionalidad ni de religión, a favor de cuantos han sufrido y siguen sufriendo de cualquier manera como consecuencia de los repetidos conflictos que han devastado esta región, la Misión deberá estar preparada, en la nueva situación que se está creando, para contribuir a programas de socorro, de rehabilitación y de desarrollo en favor de la población de Palestina. Y a fin de que esta tarea se lleve a término, será necesario suscitar en el mundo católico una colaboración efectiva entre todas las organizaciones de ayuda que se interesan a Palestina.

Por ello, te exhortamos a ti, y a todos cuantos contigo colaboran, a convertiros en la voz de quienes sufren y en el testimonio insistente de los cristianos para que sean generosos con igual caridad que Cristo hacia todos sus hermanos palestinos de Tierra Santa, de acuerdo con lo que nosotros mismo hemos ya indicado en la Exhortación Apostólica Nobis in animo. Os exhortamos también a redoblar vuestros esfuerzos al servicio de la digna causa de su asistencia y desarrollo.

Como manifestación de nuestros sentimientos de gratitud y en prenda de abundantes gracias divinas, de todo corazón te impartimos a ti y a cuantos de cualquier forma colaboran con las obras de la Misión Pontificia a favor de Palestina, nuestra paternal bendición apostólica.

Vaticano, 16 de julio de 1974.

PABLO VI


*L'Osservatore Romano, edición en lengua española, n°33 p.4.

 



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