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 DISCURSO DE SU SANTIDAD PABLO VI
AL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE SOMALIA,
 ADEN ABDULLAH OSMAN*

Lunes 7 de octubre de 1963

 

Al darle Nuestra deferente bienvenida, en el momento en que Ud. Nos da la alegría de este encuentro, Nuestro pensamiento y Nuestro afecto se dirigen con particular benevolencia a la dilecta población de la República Somalí, de la cual Ud. representa tan dignamente las virtudes, las antiguas tradiciones, las altas aspiraciones.

Y recibiéndole a Ud. en Nuestra presencia, tenemos la satisfacción de saludar sincera y cordialmente a Ud. y a Sus compatriotas, a quienes recordamos afectuosamente con Nuestros particulares votos de verdadera prosperidad y especialmente seguimos con Nuestras plegarias, a fin de que el Omnipotente Creador y Padre celestial derrame sobre ellos la plenitud de sus gracias.

No hemos tenido el honor de visitar Somalia; pero Nuestro reciente viaje por el encantador y majestuoso continente africano bastó para hacerNos conocer el alma de esas gentes valientes, para hacernos apreciar cabalmente la sinceridad de sus características dotes humanas, el admirable progreso realizado en los distintos sectores de la vida social, el fervor promisorio de su movimiento ascensional hacia una siempre más justa convivencia civil, en el mutuo respeto, en la libertad y en la paz.

Por este conocimiento directo de las poblaciones de África y de sus virtudes naturales, Nos es grato expresar a Ud., Señor Presidente, y a todos Sus Compatriotas, los sentimientos de Nuestro aprecio, de Nuestra aprobación, de Nuestro aliento.

Que Somalia –que se ha distinguida siempre en el concierto de las naciones africanas por la laboriosidad de sus habitantes– pueda conseguir plenamente la abundancia de los bienes temporales y espirituales. Es este Nuestro voto ferviente, unido a la plegaria por su floreciente, feliz, constante desarrollo, favorecido por las celestiales bendiciones.

Es natural que Nuestro saludo afectuoso se dirigía también, y en primer lugar, a la activa y fidelísima comunidad católica de Somalia, a los sacerdotes y religiosos que se dedican al cuidado de las almas, a las obras de caridad y de cultura, alimentadas en el nombre de Cristo y de la Iglesia. Estamos seguros de que esos amados hijos Nuestros quieren ser la prez de su País. Y Nos esperamos también fervientemente que la actividad que ellos realizan especialmente en las escuelas, en los hospitales, en los numerosos institutos de beneficencia esté siempre rodeada de benevolencia y de respeto de parte de las autoridades civiles.

La presencia de los católicos en todos los Estados quiere representar un elemento constructivo de activa colaboración y de leal obediencia a la Autoridad constituida; quiere ser un elemento activo de seguro progreso dentro del orden y del amor. Aseguramos a Ud. que, así como todas las noticias favorables procedentes de Nuestros Hijos Nos llenan de sincera emoción, de la misma manera consideramos dirigidas a Nos las atenciones que Ud. tiene para con ellos.

Mientras expresamos también Nuestros sentimientos paternales por la constante afirmación en el mundo de la noble Nación Somalí, Nos es grato desear a Ud., Señor Presidente, esas satisfacciones a que e Su alma aspira junto con los votos más ardientes por Su altísimo cargo, para que sea acompañado siempre por el más feliz de los éxitos.


*ORe (Buenos Aires) año XIII, n°588, p.3.

 



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