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ALOCUCIÓN DEL SANTO PADRE PABLO VI
A LOS PEREGRINOS DE RADIO LUXEMBURGO DE REGRESO DE TIERRA SANTA


Jueves 2 de abril de 1964

 

Queridos peregrinos de Tierra Santa:

Os recibimos llenos de gozo en nuestra casa, al final de la peregrinación en que el reverendo padre Gabel, consiliario general de la unión internacional de la prensa católica y consiliario religioso de Radio Luxemburgo, ha guiado vuestros pasos por los caminos de Palestina. Fácilmente imaginaréis los ecos que despierta vuestra presencia en nuestro espíritu. Al recibiros revivimos espiritualmente las emocionantes horas de nuestra peregrinación a aquellos benditos lugares.

1. Y puesto que se nos ofrece la oportunidad, gustosamente repetimos aquí nuestro agradecimiento a los técnicos de Radio Luxemburgo, que, juntamente con sus colegas de otras emisoras radiofónicas, y sus compañeros de la prensa escrita, tanto han hecho por asociar a numerosos creyentes y a muchas almas de buena voluntad a esta peregrinación, cuya difusión, gracias a ellos, ha sido tan enorme. Podéis mucho, lo sabéis, y no solamente en la difusión de estos acontecimientos de la Iglesia, sino también en presentarlos con una luz que permite a todos percibir su justa importancia. Gustoso reconocemos el valor de lo que realizáis a este respecto, en el campo, tan importante hoy, de la información religiosa, y os felicitamos por ello.

2. Vosotros también habéis marchado en peregrinación tras las huellas de Cristo, tratando de mejor comprender la buena nueva que él anunció por los caminos de Palestina, y que continúa proponiendo a todos los hombres, para que la acepten y la hagan fructificar. ¿No, es acaso la principal gracia de la peregrinación a Tierra Santa, descubrir la palpitante actualidad del Evangelio, volver a encontrar las huellas de Cristo en la historia, escuchar su llamada que resuena en el fondo de los corazones, aceptar su mensaje de salvación?

Ya de vuelta a vuestros hogares, será preciso que con renovado ardor, impregnéis vuestras jornadas de su doctrina de verdad y de vida, y que os hagáis sus apóstoles en el campo en que la Providencia os ha colocado. De esta forma seréis a la hora del Concilio, testimonios vivientes de fe, que la Iglesia tanto necesita para presentar el mensaje del Salvador al mundo que está a la espera.

3. Después de haber seguido los pasos del Señor, habéis querido venir a Roma, para hacer una visita a su humilde Vicario y recibir de él su bendición apostólica. Es un gesto de fe que nos emociona enormemente: La noche misma de nuestra vuelta de Tierra Santa, hablábamos a nuestros fieles diocesanos, llegados espontáneamente a compartir la alegría de su Pastor de “esa línea directa que corre entre Cristo, Pedro y Roma”. Por haberlo comprendido vosotros también, habéis venido a señalar este lazo, viniendo a ver a Pedro, vivo en su Sucesor, y a orar a la tumba de los Apóstoles, después de haber venerado el Santo Sepulcro de Jerusalén.

De gran corazón os recibimos, dándoos las gracias por vuestra visita e invocando para todos vosotros y cada uno en particular, como fruto de vuestra peregrinación, las mejores gracias del Altísimo, en prenda de las cuales os concedemos a todos una paternal bendición apostólica.



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