DISCURSO DEL PAPA PABLO VI
AL COLEGIO DE DEFENSA DE LA OTAN*
Jueves 11 de julio de 1968
Señores:
Periódicamente tenemos, el placer de recibir aquí a los dirigentes y alumnos del Colegio de Defensa de la Organización del Tratado del Atlántico Norte. No sois, pues, desconocidos para Nos, y de todo corazón os acogemos hoy en Nuestra casa.
El deseo manifestado en cada una de vuestras sesiones por los dirigentes y por quienes componen vuestro Colegio de encontrarse con el Papa, es testimonio de una preocupación por los valores espirituales, que os honra grandemente. Porque es bien evidente que no atrae vuestra atención el insignificante poder material del minúsculo Estado de la Ciudad del Vaticano. Vosotros deseáis ver y escuchar al Jefe de la gran familia católica y lo que él tiene que deciros es necesariamente de un orden diverso a las cuestiones técnicas, políticas o militares que constituyen el objeto habitual de vuestros trabajos.
Es de un orden diverso, pero no sin relación con vuestras actividades, porque el dominio moral, la dimensión religiosa están presentes allí donde se encuentren los hombres o se traten los problemas humanos. No se puede dejar de lado a Dios y al orden moral cuando se pretende servir útilmente a la humanidad y es necesario que todos aquellos que se preocupan por la promoción del verdadero bien de los hombres se sientan animados por un alto ideal espiritual.
Es Nuestro deseo que vosotros seáis de esta clase de hombres, queridos Señores, y el título mismo de vuestro Colegio nos da la confianza de que es así: se trata de un colegio de "defensa" y no de ataque. No deseáis, ciertamente, hacer más profundas las divisiones entre los hombres, sino hacerlas desaparecer en la medida de lo posible o, al menos, contribuir a atenuarlas. Vosotros queréis establecer la paz, no la guerra.
La Iglesia, gran amiga de la paz y de todo aquello que contribuye al verdadero bien de los hombres, favorece tales disposiciones y hace votos por el éxito de todas las iniciativas que puedan conducir a un mejor entendimiento entre los pueblos.
Es Nuestro deseo que vuestra institución comparta esta posición de la Iglesia, para lo cual imploramos sobre vosotros, vuestras familias y naciones las bendiciones de Dios Todopoderoso.
*ORe (Buenos Aires), año XVIII, n°810, p.4.
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