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DISCURSO DEL SANTO PADRE PABLO VI
A LOS SACERDOTES Y ALUMNOS DEL
COLEGIO MEXICANO DE ROMA

Sábado 4 de enero de 1969

 

Gracias, Señor Obispo, por las amables palabras  que Nos ha dirigido.

Queridos Superiores,
Neosacerdotes y Alumnos
del Colegio Mexicano de Roma.

Nos llena de inmenso gozo vuestra presencia. Ya sabemos cuánto habéis esperado este momento para poder expresar - Nos personalmente vuestros filiales sentimientos. A todos Nuestra más cordial bienvenida.

De modo especial os saludamos a vosotros, los que acabáis de recibir la ordenación sagrada, y a quienes vemos acompañados de familiares venidos de vuestras lejanas tierras, pero muy amadas por Nos. Recibid Nuestra paternal felicitación.

Constituís las primicias sacerdotales del nuevo Colegio Mexicano. Por el sacramento del Orden habéis sido configurados con Cristo Sacerdote «como ministros de la Cabeza, para construir y edificar todo su Cuerpo, que es la Iglesia, siendo cooperadores del Orden episcopal» (Presbyterorum Ordinis, n. 12). La misión que se os confía es la de dispensar los misterios de Dios, como ministros de la palabra, viviendo lo que tratáis y celebráis, rigiendo y apacentando al Pueblo de Dios (cfr. Presbyterorum Ordinis, n. 13). Que siempre puedan encontrar todos en vuestras vidas la dimensión sagrada, de apostolado, místico-ascética y eclesial del sacerdocio (cfr. Mensaje a los sacerdotes, en la clausura del Año de la Fe).

Estamos seguros de que vosotros y vuestros compañeros, cuando volváis a vuestra Patria, seréis expresión fiel del amor que en la Roma Eterna habéis sentido hacia el Vicario de Cristo, hacia la Santa Sede y hacia la Iglesia Universal. ¡Cuánto Nos alegra también el pensar que tenéis el sincero propósito de llenar las esperanzas que vuestros Obispos han depositado en vosotros al enviaros a Roma! Que vuestro Colegio tenga largos años de vida y que florezca en abundantes frutos para bien de la dilecta nación mexicana y de toda la Iglesia.

Recibid como prenda de la realización de vuestros generosos ideales la Bendición Apostólica que de corazón impartimos a vosotros, a vuestros familiares aquí presentes y ausentes, a vuestros Superiores, a la Comunidad de Religiosas mexicanas que cuidan vuestro Centro, y a todo México.

 



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