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DISCURSO DEL SANTO PADRE PABLO VI
A LOS PARTICIPANTES EN LA XXII SESIÓN
DE LA UNIÓN DE CAPITALES DE LA COMUNIDAD EUROPEA
*

Miércoles 22 de septiembre de 1971

 

Señoras y señores:

Nos sentimos muy honrado y contento de recibir esta mañana a los alcaldes, burgomaestres y Presidente del Consejo de las seis capitales de la Comunidad Europea, con motivo de la XIII sesión plenaria de la U.C.C.E. que se celebra actualmente en Roma y en la que se cambia de presidencia. En este X aniversario de vuestra Unión, ¿cómo no aprobar la intuición del Sr. Luden Cooremans que tuvo la iniciativa de poner en práctica una nueva etapa, muy concreta, en la construcción de una Europa unida? Otros contribuyen al nivel de la cooperación agrícola, industrial y comercial, y esforzándose por armonizar las instituciones políticas. Vosotros actuáis en el plan municipal, con todo lo que representan las capitales, esas grandes ciudades-tipo, sedes del poder central y que se convierten cada vez más en centros de intercambio con las metrópolis regionales.

Al promover numerosas sesiones técnicas o reuniones culturales habéis acercado a los pueblos, lo cual nos alegra mucho, porque es una etapa indispensable para la creación de un mundo más fraterno. Y sobre todo ponéis en común los múltiples problemas con los que deben enfrentarse vuestras administraciones. Ojalá estos intercambios desinteresados os ayuden a dominar los fenómenos tentaculares, como el de los transportes urbanos que acabáis de estudiar, a fin de conservar o crear para nuestras grandes ciudades unas condiciones de vida más humanas.

Nos os animamos grandemente a esta promoción del bien común que tanto Nos interesa y con los mejores deseos para las realizaciones de la U.C.C.E. Nos imploramos sobre vuestras personas, sobre cada uno de los delegados aquí presentes y sobre todos vuestros seres queridos las abundantes bendiciones del Dios Todopoderoso.

Nos dirigimos ahora un cordial saludo a los visitantes de los países de lengua alemana. Queridos señoras y señores: Nos os agradecemos vuestra visita y Nos deseamos que la permanente bendición y protección de Dios os acompañe en vuestro trabajo.


*L'Osservatore Romano, edición en lengua española, n.51 p.9.

 



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