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 DISCURSO DEL PAPA PABLO VI
A LOS PARTICIPANTES EN LA CONFERENCIA MUNDIAL
SOBRE EL PAPEL DE LAS COOPERATIVAS AGRÍCOLAS
EN EL DESARROLLO SOCIAL Y ECONÓMICO*

Jueves 25 de mayo de 1972

 

Nos saludamos con gozo a los participantes en la Conferencia mundial sobre el papel de las cooperativas agrícolas en el desarrollo social y económico. Nos sabemos que es el primer acontecimiento mundial de este tipo, y complacido Nos os expresamos Nuestra solidaridad. Vuestra visita nos ofrece la oportunidad de expresar la importancia que Nos atribuimos a vuestro trabajo para promover las cooperativas agrícolas.

Tal importancia se basa ante todo, en el modo admirable en que estas cooperativas responden a las exigencias básicas de la dignidad humana. El hombre esta llamado al dominio activo de los recursos naturales; Nos recordamos las admirables palabras del Creador a la primera pareja humana: "Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla" (Gén 1, 28). El destino del hombre consiste en usar no sólo sus fuerzas físicas, sino también su ingenio y su voluntad para sacar de la tierra todo cuanto necesita para vivir de un modo humano. Es parte de la dignidad humana el ser no mero espectador, sino participante activo en la vida social y económica. Las cooperativas agrícolas capacitan a los agricultores a tomar parte activa en las decisiones que afectan su trabajo y sus vidas.

Es también parte de la dignidad humana, e incluso un derecho, unirse libremente con otros para formar asociaciones. El hombre es esencialmente social, y su desarrollo depende de su cooperación y colaboración con otros. La iniciativa particular debe completarse con la empresa común. Las cooperativas agrícolas están en armonía con el derecho y la necesidad del hombre a asociarse. Nos esperamos que un creciente sentido de solidaridad promueva un ímpetu cada vez mayor en el establecimiento y consolidación de las cooperativas. Nuestro predecesor Juan XXIII relacionaba las cooperativas con este sentido de solidaridad: "Los trabajadores rurales – escribía – deben tener sentido de solidaridad unos con otros, y unirse para formar cooperativas y asociaciones profesionales" (Mater et Magistra, 35).

Hay todavía otro factor que nos lleva a atribuir gran importancia a la promoción de las cooperativas. Tales asociaciones facilitan la modernización de los instrumentos de trabajo, ayudando así a aumentar la productividad al servicio del hombre. Promoviendo el aumento y el desarrollo de las cooperativas estáis capacitando a los agricultores para que aprovechen cuanto el progreso científico y técnico puede ofrecerles. De este modo será mayor su contribución a la solución del inmenso problema del hombre que afecta a tantas naciones. En beneficio de todos pueden también así promover un equilibrado crecimiento económico y, mediante él, la justicia social.

Nos os queremos asegurar con estas palabras Nuestro profundo interés por vuestros esfuerzos. Los agricultores deben desempeñar una función cada vez más vital en el desarrollo social y económico. Quienes procuran el alimento para la familia humana merecen toda asistencia y apoyo que les capacite para vivir y trabajar en conformidad con las exigencias de su dignidad humana. Así, pues, Nos os queremos animar en la promoción de las cooperativas y en la búsqueda de la solución a los problemas conexos. Nos pedimos para ello al Señor que os conceda sabiduría y fuerza.

Nos complacemos en saludar también a los expertos de lengua italiana de la sede romana de la FAO, que participan en la Conferencia mundial sobre "el papel de las cooperativas agrícolas en el desarrollo económico y social". Aplicáis vuestros talentos y experiencias al problema rural, insustituible en el proceso evolutivo de todo país, pero que atraviesa un periodo de crisis en la sociedad industrial de hoy.

Nos no tenemos necesidad de repetiros cuánto siente la Iglesia este problema, partícipe materna y solicita de las ansias y de las esperanzas de todos sus hijos. Nos procura un inmenso consuelo el conocer vuestra sensibilidad social, el interés por planificar y fomentar la promoción humana del mundo rural, y por valorar sus enormes posibilidades, todo lo cual nos llena de satisfacción.

Mientras Nos os alentamos a no desanimaros ante la dificultad o los obstáculos nacidos de una mentalidad distinta o de la rutina, Nos invocamos sobre vuestras personas y sobre vuestro meritorio trabajo la continua asistencia del Señor y la riqueza de sus bendiciones.

Nos os damos la bienvenida, estimados señores: conocéis con cuánto interés acoge la Iglesia vuestras preocupaciones y esperanzas, mientras Nos os anima en vuestro esfuerzo común en el campo de las cooperativas agrícolas. Los métodos que preconizáis interesan a la Iglesia, tanto más cuanto que activan la colaboración necesaria para el desarrollo, a un nivel, Nos diríamos, humano, es decir, que no sofoca las iniciativas y las relaciones personales. Se trata de armonizar el progreso económico, el progreso social y el progreso espiritual del hombre.

Que vuestras iniciativas aporten al mundo rural, con este amplio sentido del bien común, el aliento y la esperanza que necesita. Por Nuestra parte, Nos imploramos de corazón sobre vuestros esfuerzos y sobre vuestras personas las bendiciones del Señor.


*L'Osservatore Romano, edición en lengua española, n.33 p.6.

 



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