Index   Back Top Print

[ EN  - ES  - FR ]

DISCURSO DE SU SANTIDAD PABLO VI
AL EMBAJADOR DE LA REPÚBLICA DEL ZAIRE
ANTE LA SANTA SEDE
*

Jueves 16 de diciembre de 1976

 

Señor Embajador:

Emocionado por las amables palabras que nos acabáis de dirigir, quisiéramos, por nuestra parte, ofreceros nuestro saludo de bienvenida el día en el que inauguráis vuestra misión de Embajador de la República del Zaire ante la Santa Sede.

Habéis puesto justamente de relieve la naturaleza específica de esta misión que os ha confiado el Jefe de Estado zaireño. En efecto, no se puede ni se debe comparar a la Santa Sede con ninguna potencia política. Nuestra tarea proviene de Cristo. Se ejerce para el bien de la Iglesia y en el servicio de los hombres de todos los países. Nos lleva, por consiguiente de un modo especial a buscar el diálogo con los responsables, a promover relaciones que produzcan comprensión mutua y amistad, en una palabra, a favorecer la unidad y la concordia entre todos los habitantes del mundo.

Al recibiros hoy, nos llena de felicidad conocer el deseo de las autoridades del Zaire y, en primer lugar, de su Excelencia, el Presidente de la República, de proseguir e intensificar los contactos ya establecidos en orden a una colaboración más estrecha y más fructífera. Este es también nuestro deseo personal, pues tan grande es el afecto que sentimos por vuestros compatriotas y en particular por nuestros hijos en la fe católica. Sabernos que ellos, como buenos ciudadanos, aspiran a tomar parte cada vez más activa en el esfuerzo de la nación, y que tratan de cooperar con toda lealtad en el bien de la comunidad, contribuyendo a ello desinteresadamente – ¡pero con cuánta generosidad y dinamismo! – en todos los campos, el social y cultural entre otros. La Iglesia en el Zaire, atenta al carácter típico de sus miembros, celosa del desarrollo del país, y al mismo tiempo de una fidelidad total al Evangelio, que todos nosotros hemos recibido de Cristo cuyo nacimiento vamos a celebrar en la ya próxima fiesta de Navidad, da así un ejemplo que produce admiración.

Señor Embajador, al tiempo que expresamos al Primer Magistrado de la República nuestro deferente saludo y nuestro agradecimiento por haberos designado, os pedirnos que le transmitáis también el testimonio de nuestra estima para con la noble nación del Zaire. No hay duda de que ella posee toda la capacidad para llegar a ser, en medio del continente africano, un lugar en el que se armonicen felizmente el progreso, la libertad de los individuos y comunidades y la fraternidad. ¡Que Dios Todopoderoso continúe prodigándole sus beneficios y que os ayude en vuestra misión!


*L'Osservatore Romano, edición en lengua española, n.52, p.4.



Copyright © Dicastero per la Comunicazione - Libreria Editrice Vaticana