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DISCURSO DEL PAPA PABLO VI
AL SEÑOR MOSHE DAYAN
MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES DE ISRAEL*


Jueves 12 de enero de 1978

 

Sr. Ministro:

La visita de Vuestra Excelencia y de las distinguidas personalidades que os acompañan tiene especial relieve precisamente por las circunstancias de este momento en el que va abriéndose camino una etapa de intensas iniciativas y negociaciones —en las que V. E. mismo interviene activamente— a fin de solucionar el conflicto largo y doloroso de Oriente Medio.

Por ello, este encuentro nos brinda excelente ocasión de renovar nuestros intensos buenos deseos y de manifestar una vez más la esperanza firme de que el impulso dado a las negociaciones llegue a ser decisivo y alcance una paz justa, gracias a la valentía y clarividencia de los Jefes que sostienen las conversaciones y por medio de la participación de todas las partes interesadas.

Pensamos que así estamos interpretando las aspiraciones profundas de los pueblos de esa región y de cuantos consideran el Oriente Medio no sólo área de gran importancia en y para el mundo, sino también filón de inmensas riquezas espirituales Asimismo, a pesar de las dificultades acumuladas en el curso de estos años tan críticos, estamos convencido de que es posible hallar soluciones que ensamblen los presupuestos básicos de la seguridad y la justicia en favor de todos los pueblos de la región y asienten los fundamentos de un futuro de paz para dichos pueblos.

Como bien sabe V.E., entre los complejos problemas del Oriente Medio, la cuestión de Jerusalén y los Santos Lugares ocupa un lugar especial en nuestro corazón; y esperamos ardientemente una solución que satisfaga las aspiraciones legítimas de aquellos a quienes afecta, y tenga en cuenta al mismo tiempo el carácter predominantemente religioso de la Ciudad Santa.

A este respecto confiamos en que la propuesta hecha ya repetidas veces por la Santa Sede en pro de la grandeza espiritual de Jerusalén, llegue a ser considerada una contribución positiva a tal solución.

Finalmente, Sr. Ministro, os rogamos que transmitáis al pueblo de Israel y a sus leaders nuestros cordiales deseos con nuestra oración al Altísimo por su bien y progreso cívico y espiritual.

 


*L'Osservatore Romano, edición en lengua española, n°4, p.10.

 



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