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DISCURSO DE SU SANTIDAD PÍO XII
A LOS SUPERIORES Y ALUMNOS DEL PONTIFICIO COLEGIO ESPAÑOL DE ROMA
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Viernes 20 de junio de 1952

 

Con una resolución que encaja perfectamente en toda vuestra historia de amor y de devoción a esta Sede de Pedro, habéis querido, amadísimos Superiores y colegiales de Nuestro Colegio Español de S. José, venir a celebrar junto a Nos los sesenta años de vuestra Institución, como lo hicisteis ya, hace dos lustros, al cumplir su medio siglo de vida.

Cuanto en aquella solemne ocasión dijimos, tenedlo por repetido: nuestra satisfacción, la confianza que hemos depositado en vosotros, la importante misión que os espera, los medios para llevarla a cabo, vuestros altísimos modelos (cfr. Disc. e Rad. vol. V, p. 112ss).

Pero si en algo hubiéramos de insistir sería solamente en lo que vuestra Patria espera de vosotros. La situación de hace diez años, gracias a Dios, no es ya la misma; el pueblo español, como recientemente ha demostrado en las espléndidas jornadas de Barcelona, purificado en la prueba, sublimado en el sacrificio, aleccionado en la dolorosa experiencia se hace notar cada vez más por su profunda religiosidad. Como a estas horas en los campos interminables de vuestra Castilla amarillean las mieses y doblan los trigales las cabezas, abrumados por la fecundidad de las espigas maduras; así en España «regiones... albae sunt iam ad messem» (Jn 4, 35) y todos esperan la mano del sacerdote que sepa llevar tanto fruto bendito a las trojes del Señor. «Sacerdote —dice en sus famosas Etimologías vuestro S. Isidoro— ...significa que da lo sagrado —sacrum dans— »[1] . Amadísimos colegiales: dad lo sagrado a vuestra y Nuestra España; dad lo divino; dadle Dios, porque tiene hambre de El y os lo pide con ansia; pero para podérselo dar, metedlo antes bien hondo en vuestras almas.

En Nuestros cotidianos contactos con Nuestros hijos de todo el mundo que, en número cada vez más impresionante llegan a la Casa del Padre, Nos corresponde ocuparnos de tantas materias, de tantas cuestiones; ¡dejadnos deciros hoy que, al hablaros a vosotros sentimos una satisfacción especial, y se Nos viene sin querer a los labios aquel «Filioli»; «Filioli mei» de Nuestro amable Redentor y del Apóstol del amor! Sí, hijos amadísimos, vuestro Padre el Papa sabe que habla a los hijos escogidos de una nación especialmente amada, a los alumnos de un Colegio, por el que siente al menos el mismo amor que experimentaron sus Predecesores; vuestro Padre da gracias al cielo, que iluminó a aquellos ilustres varones que fueron vuestros fundadores, os encomienda a vuestra Virgen de la Clemencia y os exhorta a vivir la plena conciencia de la gracia singularísima que supone ser escogidos de donde todo es bueno para formarse luego donde todo es selecto. «Vos autem, sacerdotes Domini vocabimini» Vosotros seréis llamados sacerdotes del Señor (Is 61, 6) si sabéis corresponder a tanta predilección, siendo santos y salvadores. Entonces, y sólo entonces, la Iglesia y la Patria os bendecirán.

Prenda de esta bendición quiere ser la Nuestra, que de todo corazón en esta fecha solemnísima os damos: para vosotros —colegiales y Superiores—, para cuantos cooperan en vuestra formación, par todos los que amáis y recordáis, para vuestros planes apostólicos, para vuestro futuro ministerio y para vuestra Patria, la católica España, presente siempre en Nuestro corazón de Padre.


* Disc. e Rad. vol XIV, págs. 223-224

[1] S. Isidori Hispal., Etymolog. l. 7 c. 12 n. 17: Migne PL, t. 82 col. 291-192.

 



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