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BENEDICTO XVI

ÁNGELUS

Castelgandolfo
Domingo 9 de septiembre de 2012

[Vídeo]

 

Queridos hermanos y hermanas:

En el centro del Evangelio de hoy (Mc 7, 31-37) hay una pequeña palabra, muy importante. Una palabra que —en su sentido profundo— resume todo el mensaje y toda la obra de Cristo. El evangelista san Marcos la menciona en la misma lengua de Jesús, en la que Jesús la pronunció, y de esta manera la sentimos aún más viva. Esta palabra es «Effetá», que significa: «ábrete». Veamos el contexto en el que está situada. Jesús estaba atravesando la región llamada «Decápolis», entre el litoral de Tiro y Sidón y Galilea; una zona, por tanto, no judía. Le llevaron a un sordomudo, para que lo curara: evidentemente la fama de Jesús se había difundido hasta allí. Jesús, apartándolo de la gente, le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua; después, mirando al cielo, suspiró y dijo: «Effetá», que significa precisamente: «Ábrete». Y al momento aquel hombre comenzó a oír y a hablar correctamente (cf. Mc 7, 35). He aquí el significado histórico, literal, de esta palabra: aquel sordomudo, gracias a la intervención de Jesús, «se abrió»; antes estaba cerrado, aislado; para él era muy difícil comunicar; la curación fue para él una «apertura» a los demás y al mundo, una apertura que, partiendo de los órganos del oído y de la palabra, involucraba toda su persona y su vida: por fin podía comunicar y, por tanto, relacionarse de modo nuevo.

Pero todos sabemos que la cerrazón del hombre, su aislamiento, no depende sólo de sus órganos sensoriales. Existe una cerrazón interior, que concierne al núcleo profundo de la persona, al que la Biblia llama el «corazón». Esto es lo que Jesús vino a «abrir», a liberar, para hacernos capaces de vivir en plenitud la relación con Dios y con los demás. Por eso decía que esta pequeña palabra, «Effetá» —«ábrete»— resume en sí toda la misión de Cristo. Él se hizo hombre para que el hombre, que por el pecado se volvió interiormente sordo y mudo, sea capaz de escuchar la voz de Dios, la voz del Amor que habla a su corazón, y de esta manera aprenda a su vez a hablar el lenguaje del amor, a comunicar con Dios y con los demás. Por este motivo la palabra y el gesto del «Effetá» han sido insertados en el rito del Bautismo, como uno de los signos que explican su significado: el sacerdote, tocando la boca y los oídos del recién bautizado, dice: «Effetá», orando para que pronto pueda escuchar la Palabra de Dios y profesar la fe. Por el Bautismo, la persona humana comienza, por decirlo así, a «respirar» el Espíritu Santo, aquel que Jesús había invocado del Padre con un profundo suspiro, para curar al sordomudo.

Nos dirigimos ahora en oración a María santísima, cuya Natividad celebramos ayer. Por su singular relación con el Verbo encarnado, María está plenamente «abierta» al amor del Señor; su corazón está constantemente en escucha de su Palabra. Que su maternal intercesión nos obtenga experimentar cada día, en la fe, el milagro del «Effetá», para vivir en comunión con Dios y con los hermanos.

 


Después del Ángelus

Queridos peregrinos aquí presentes, o que participáis en el Ángelus a través de la radio o la televisión:

En los próximos días voy a realizar un viaje apostólico a Líbano para firmar la Exhortación apostólica postsinodal, fruto de la Asamblea especial para Oriente Medio del Sínodo de los obispos, celebrada en octubre de 2010. Tendré la feliz ocasión de encontrarme con el pueblo libanés y con sus autoridades, así como con los cristianos de ese amado país y los que acudan de los países vecinos. No ignoro la situación, a menudo dramática, que viven los habitantes de esa región, desgarrada desde hace mucho tiempo por incesantes conflictos. Comprendo la angustia de los numerosos habitantes de Oriente Medio diariamente inmersos en sufrimientos de todo tipo que afectan tristemente, y algunas veces mortalmente, a su vida personal y familiar. Pienso con preocupación en los que, buscando un espacio de paz, abandonan su vida familiar y profesional y experimentan la precariedad de los exiliados.

Aunque parezca difícil encontrar soluciones a los diferentes problemas que afligen a la región, no es posible resignarse a la violencia y a la exacerbación de las tensiones. El compromiso en favor del diálogo y la reconciliación debe ser una prioridad para todas las partes implicadas y debe ser sostenido por la comunidad internacional, cada vez más consciente de la importancia que tiene para todo el mundo una paz estable y duradera en toda la región. Mi viaje apostólico a Líbano, y por extensión a Oriente Medio en su conjunto, se sitúa en el signo de la paz, en referencia a las palabras de Cristo: «Mi paz os doy» (Jn 14, 27). Que Dios bendiga a Líbano y a Oriente Medio. Que Dios os bendiga a todos.

(En español)

Saludo a los peregrinos de lengua española que participan en esta oración mariana. En el Evangelio de hoy, Jesús cura a un sordomudo. Por así decirlo, este hecho evoca el itinerario de conversión por el cual se llega a la confesión de la fe auténtica, proclamada con los labios y profesada en el corazón. Que la Virgen interceda para que nuestra fe no vacile.

Ha sido anunciado, en Colombia, en Noruega y en Cuba, un importante diálogo entre el Gobierno Colombiano y representantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, con la participación de delegados de Venezuela y Chile, para intentar poner fin al conflicto que, por décadas, aflige a ese amado País. Espero que cuantos tomen parte en esa iniciativa se dejen guiar por la voluntad de perdón y reconciliación, en la sincera búsqueda del bien común. Muchas gracias.



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