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VIAJE APOSTÓLICO
DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II
A ESLOVAQUIA

ÁNGELUS

Bratislava, explanada de Petržalka
Domingo 14 de septiembre de 2003

 

Al concluir la celebración, todos queremos reunirnos idealmente una vez más al pie de la cruz de Cristo y recibir de él el don sublime de su Madre, que desde aquel momento se convirtió también en Madre de la Iglesia.

Como el apóstol san Juan, también nosotros la acogemos en nuestra casa (cf. Jn 19, 27), para aprender de ella la disposición interior a la escucha y la actitud de humilde generosidad en el servicio, que la distingue como primera discípula del Señor.

Juntamente con los nuevos beatos, pidamos a María que, con su intercesión, obtenga que la comunidad cristiana que vive en Eslovaquia sea una Iglesia rica en santidad, audaz en el bien y fuerte en el testimonio.

Húngaro:

Saludo con afecto a los fieles de lengua húngara. El Señor Jesús, que en la cruz dio su vida por todos, os conceda abundancia de gracia y os sostenga con los dones de su Espíritu. Con mi bendición.

Alemán:

A los peregrinos de lengua alemana, provenientes en particular de Austria, mi cordial saludo y mi bendición, deseándoles alegría y paz en el Señor.

Ucraniano:

A cuantos vienen de Ucrania, recordando mi viaje apostólico a esa hermosa tierra, les deseo la paz de Dios que supera todo conocimiento (cf. Flp 4, 7). Con mi bendición apostólica.

Checo:

A los fieles de la República Checa, encomendándolos a la intercesión de san Cirilo y san Metodio, venerados en Velehrad, les aseguro mi recuerdo en la oración y mi cordial bendición.

Polaco:

En el día de la Exaltación de la Santa Cruz conmemoramos con particular intensidad el amor de Cristo, que se inmoló por la salvación del mundo. Que la experiencia de este amor nos acompañe siempre. Os bendigo de corazón.

Italiano:

Saludo y bendigo a los italianos aquí presentes. Que la Virgen María os acompañe al encuentro con Jesús y os haga gustar la alegría y la fecundidad de su amistad.

Eslovaco:

Mañana veneraremos a la Virgen de los Dolores, patrona de vuestra tierra. Dirijámonos a ella con confianza, rezando juntos el Angelus Domini.


Después del Ángelus

Antes de despedirme de vosotros, deseo renovar a todos mi cordial agradecimiento:  a la comunidad cristiana de Eslovaquia y a sus pastores, al señor presidente de la República y a las demás autoridades civiles y militares, y al personal encargado de la seguridad y al de los medios de comunicación. A todos los que, de diversos modos, han colaborado en el éxito de mi viaje apostólico les digo de corazón "¡gracias!". Llevo en mí las hermosas imágenes de las celebraciones eucarísticas y de los encuentros celebrados durante estos días. Son recuerdos que evocan en mi corazón profundas y consoladoras emociones.

Desde esta explanada deseo dirigir un saludo particular, lleno de afecto, a la juventud eslovaca. Queridos jóvenes amigos, sois la esperanza de la Iglesia y de la sociedad; sois la esperanza del Papa. No tengáis miedo de ser verdaderos amigos de Jesús:  aprenderéis de él a amar como se debe a este mundo y a construir con su ayuda la civilización del amor.

A todos os aseguro mi recuerdo y mi oración. Os recomiendo:  ¡seguid fieles a Cristo y a su Iglesia!

¡Gracias, Eslovaquia! Que Dios todopoderoso te bendiga y te conserve en su amor.

 



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