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MISA PARA LOS FIELES DE LA PARROQUIA ROMANA
DE SAN JUAN NEPOMUCENO NEUMANN

HOMILÍA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

Domingo 15 de diciembre de 2002

 

1. "Hermanos, estad siempre alegres" (1 Ts 5, 16). Esta invitación del apóstol san Pablo a los fieles de Tesalónica, que acaba de resonar en nuestra asamblea, expresa bien el clima de la liturgia de hoy. En efecto, hoy es el tercer domingo de Adviento, llamado tradicionalmente domingo "Gaudete", por la palabra latina con la que inicia la antífona de entrada.

"Alegraos siempre en el Señor". Ante las inevitables dificultades de la vida, las incertidumbres y el miedo al futuro, ante la tentación del desaliento y la desilusión, la palabra de Dios vuelve a proponer siempre la "buena nueva" de la salvación:  el Hijo de Dios viene a "vendar los corazones desgarrados" (Is 61, 1). Que esta alegría, anuncio de la alegría de la Navidad ya próxima, impregne el corazón de cada uno de nosotros y todos los ámbitos de nuestra existencia.

2. Amadísimos hermanos y hermanas de la parroquia de San Juan Nepomuceno Neumann:  ¡bienvenidos! Es hermoso que este encuentro con vosotros se celebre en la proximidad de las fiestas navideñas. Sabemos que la Navidad es una fiesta muy querida en particular para las familias y los niños, y vosotros sois una parroquia compuesta por muchas familias jóvenes.

Os dirijo a todos mi más cordial saludo. Saludo al cardenal vicario, al obispo auxiliar del sector oeste, a vuestro párroco, el padre Danilo Bissacco, y a sus vicarios, a los cuales está confiado el cuidado de la comunidad. Doy las gracias a los que, en vuestro nombre, han querido expresar sentimientos de afecto y de comunión al inicio de la celebración. A través de vosotros aquí presentes, deseo enviar una palabra de sincera cercanía a los casi diez mil habitantes del territorio de vuestra parroquia.

Reunidos en torno a la Eucaristía, comprendemos más fácilmente que la misión de toda comunidad cristiana consiste en llevar el mensaje del amor de Dios a todos los hombres. Por eso es importante que la Eucaristía sea siempre el corazón de la vida de los fieles, como lo es hoy para vuestra parroquia, aunque no todos sus miembros han podido participar personalmente en ella.

3. Dos años después de su fundación, vuestra comunidad no dispone aún de un centro apto para el culto. Precisamente en este tercer domingo de Adviento la diócesis celebra la Jornada de oración y de sensibilización para que todas las zonas de la ciudad, especialmente las de la periferia, tengan una iglesia con los locales adecuados para el normal desarrollo de las actividades litúrgicas, formativas y pastorales.

Espero que cuanto antes también vosotros tengáis la posibilidad de realizar este proyecto, pero sin perder jamás el estilo misionero que durante estos años ha infundido vida y dinamismo a vuestra familia parroquial.

Conozco las dificultades que debéis afrontar diariamente. El antiguo barrio Fogaccia, actualmente más conocido como barrio Montespaccato, en el que está situada la parroquia, es una zona densamente poblada, con construcciones surgidas sin un plan regulador, sin estructuras sociales, donde es notable la presencia de inmigrantes extracomunitarios y de personas que buscan un empleo estable.

4. Sin embargo, no hay que desanimarse. Por lo demás, a vuestra joven comunidad no le falta iniciativa, también gracias a los queridos padres redentoristas que, como auténticos hijos de san Alfonso, en el año del gran jubileo aceptaron ocuparse de vosotros. A pesar de la pobreza de las estructuras, con el esfuerzo de cada día, ya prestáis atención a personas que atraviesan dificultades.

Amadísimos hermanos y hermanas, proseguid por este camino. Sobre todo, cuidad de los niños y de los adolescentes:  que no les falte atención, amistad y confianza. Sostened a las familias, en particular a las jóvenes y a las pobres o con dificultades.

Que os proteja vuestro patrono celestial, san Juan Nepomuceno Neumann, para muchos quizá no tan conocido como merecería. Esta gran figura de obispo misionero, extraordinario pionero del Evangelio en América del norte a mediados del siglo XIX, durante su corta existencia se desvivió por el Señor, por la Iglesia y por el pueblo a él confiado. Imitad su celo por el anuncio del Evangelio y su ardiente amor a la Iglesia y al prójimo necesitado.

5. "Preparad el camino del Señor" (Jn 1, 23). ¡Acojamos esta invitación del evangelista! La proximidad de la Navidad nos estimula a una espera más vigilante del Señor que viene, al tiempo que la liturgia de hoy nos presenta a Juan el Bautista como ejemplo que imitar.

Por último, dirijamos la mirada a María, "causa" de nuestra verdadera y profunda alegría, para que nos obtenga a cada uno la alegría que viene de Dios y que nadie podrá quitarnos jamás. Amén.

 



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