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MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
AL PRESIDENTE DE LA CONFERENCIA NACIONAL
DE OBISPOS DE BRASIL CON MOTIVO
DE LA CAMPAÑA DE FRATERNIDAD ECUMÉNICA DE 2010

 

Al venerado hermano
Monseñor Geraldo Lyrio Rocha
Presidente de la Conferencia nacional de obispos de Brasil
Arzobispo de Mariana (MG)

Con el miércoles de Ceniza vuelve el tiempo favorable de salvación que es la Cuaresma, con su llamada insistente: "Reconciliaos con Dios" (2 Co 5, 20). Este grito debe resonar en los labios de quienes anuncian la Palabra de Dios: "Encargaré a mis ministros que anuncien a los pecadores que estoy siempre dispuesto a recibirlos, que mi misericordia es infinita" (Carta para la proclamación del Año sacerdotal, 16 de junio de 2009: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 19 de junio de 2009, p. 7). Estos sentimientos divinos fueron encomendados al santo cura de Ars, que en su tiempo supo transformar el corazón y la vida de muchas personas, porque logró hacer que sintieran el amor misericordioso del Señor.

Deseo el mismo éxito a las Iglesias y comunidades eclesiales en Brasil que, en este año, han decidido unir sus esfuerzos para reconciliar a las personas con Dios, ayudándolas a liberarse de la esclavitud del dinero. Como recuerda la Campaña de fraternidad ecuménica de 2010, citando palabras de Jesús, "no podéis servir a Dios y al dinero". A la vez que me alegro de ese propósito de conversión, recuerdo que la esclavitud del dinero y de la injusticia tiene "su origen en el corazón humano, donde se encuentra el germen de una misteriosa connivencia con el mal" (Mensaje para la Cuaresma de 2010, 30 de octubre de 2009: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 7 de febrero de 2010, p. 11). Por eso, os animo a perseverar en el testimonio del amor de Dios, del Hijo de Dios que se hizo hombre, del hombre que ha recibido la gracia de la vida de Dios, del único Bien que puede saciar el corazón de la gente, pues "además del pan y más que el pan, (el hombre) necesita a Dios" (ib.). Así lograréis afrontar el "desierto interior" del que hablé al inicio de mi ministerio petrino, invitando a la Iglesia, en su conjunto, a "ponerse en camino para rescatar a los hombres del desierto y conducirlos al lugar de la vida, hacia la amistad con el Hijo de Dios, hacia Aquel que nos da la vida, y la vida en plenitud. (...) Nosotros existimos para mostrar a Dios a los hombres. Y únicamente donde se ve a Dios, comienza realmente la vida" (Homilía del 24 de abril de 2005: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 29 de abril de 2005, p. 6). Si "de la abundancia del corazón habla la boca" (Mt 12, 34), podéis conocer vuestro corazón a partir de vuestras palabras. "Reconciliaos con Dios", de modo que vuestras palabras sirvan sobre todo para hablar de Dios y a Dios.

Implorando las mayores bendiciones de Dios sobre la Campaña de fraternidad ecuménica de 2010, aprovecho la ocasión para enviar a mis hermanos y amigos de Brasil cordiales saludos, con deseos de todo bien en Jesucristo, único Salvador de todos.

Vaticano, 8 de febrero de 2010

 

BENEDICTUS PP. XVI



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