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VIDEOMENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A LOS FIELES DE CAMBOYA
CON OCASIÓN DEL CONGRESO NACIONAL SOBRE EL CONCILIO VATICANO II

[PHNOM PENH, 5-7 DE ENERO DE 2013]

 

Queridos hermanos y hermanas de Camboya:

Es una gran alegría para mí unirme a vosotros con la oración y con el corazón y enviaros mi cordial saludo mientras os reunís alrededor de vuestros pastores para celebrar el quincuagésimo aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II y el vigésimo aniversario del Catecismo de la Iglesia católica. Deseo que la traducción en lengua camboyana de los documentos conciliares y del Catecismo, que recibiréis en esta ocasión, os permita conocer mejor la enseñanza de la Iglesia y crecer en la fe.

En este Año de la fe os invito a mantener vuestra mirada fija en la persona de Jesucristo, el que inició y completa nuestra fe (cf. Hb 12, 2), y a reafirmar que Él es la Buena Nueva para el mundo de hoy. Es en Él donde los ejemplos de fe que han señalado nuestra historia hallan su luz plena. Así, recordando el período de trastornos que precipitaron a vuestro país en las tinieblas, desearía subrayar cuánto la fe, la valentía y la perseverancia de vuestros pastores y de tantos cristianos hermanos y hermanas vuestros —muchos de los cuales encontraron la muerte— es un noble testimonio de la verdad del Evangelio. Y este testimonio se ha convertido en una inestimable fuerza espiritual para reconstruir la comunidad eclesial en vuestro país. Actualmente los numerosos catecúmenos y los bautizados adultos muestran vuestro dinamismo y son un feliz signo de la presencia de Dios que actúa en vosotros.

Queridos hermanos y hermanas: en el ejemplo del apóstol Pablo, os exhorto a «mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz» (Ef 4, 3). ¡Estad seguros de la oración de vuestros hermanos y hermanas cuya sangre se derramó en los arrozales! Sed levadura en la masa de vuestra sociedad, testimoniando la caridad de Cristo hacia todos, tejiendo lazos de fraternidad con los miembros de las demás tradiciones religiosas y caminando por los senderos de la justicia y de la misericordia.

Queridos jóvenes, amigos míos, que habéis sido bautizados en estos últimos años: no olvidéis que la Iglesia es vuestra familia; ella cuenta con vosotros para testimoniar la vida y el amor que habéis descubierto en Jesús. Rezo por vosotros y os invito a ser discípulos generosos de Cristo.

Y vosotros, seminaristas y sacerdotes camboyanos: sed signo de los brotes de la Iglesia que se construye. Vuestra vida donada y vuestra oración son fuentes de esperanza; que sean también una invitación para que otros jóvenes donen la propia vida como sacerdotes según el corazón de Dios.

Misioneros, religiosos, religiosas, laicos consagrados llegados de los cinco continentes: sed la buena señal de la comunión eclesial en torno a vuestros pastores a fin de que vuestra fraternidad, en la diversidad de los respectivos carismas, lleve a muchos de quienes servís y amáis con celo a encontrar a Jesucristo.

Y a todos vosotros, que buscáis a Dios: perseverad y estad seguros de que Cristo os ama y os ofrece la paz.

Amados hermanos y hermanas, pastores y fieles de Camboya: que la Virgen María, Nuestra Señora del Mekong, en su humildad y fidelidad a la voluntad del Señor, os ilumine durante este Año de la fe. Sabed que os recuerdo en mi oración y de todo corazón os imparto una afectuosa bendición apostólica.



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