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DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
EN EL ACTO DE ENTREGA DEL PREMIO
"JUAN PABLO II PARA LOS DERECHOS HUMANOS"


Domingo 16 de octubre de 2005

 

Estimados señores y señoras: 

Os saludo cordialmente y me alegra recibir hoy a los miembros del Instituto para los derechos del hombre, de Auschwitz, que dirige el cardenal Macharski. Me alegra de modo muy particular poder entregar el premio "Juan Pablo II para los derechos humanos" a su excelencia el obispo Václav Malý y al profesor Stefan Wilkanowicz.

Este premio, que se concede a personalidades extraordinarias que se comprometen en diferentes partes del mundo en favor de los derechos del hombre, pretende contribuir a atraer la atención hacia todas las situaciones en las que se ofende la dignidad del hombre y reinan la violencia y la opresión. Este llamamiento adquiere mayor fuerza porque proviene de una ciudad que debió experimentar el terror y el dolor de millones de víctimas inocentes del odio.

Mi amado predecesor, el Papa Juan Pablo II, jamás se cansó de denunciar con firmeza la injusticia, la desigualdad y las necesidades materiales y espirituales que sufren hombres y pueblos enteros. Por eso este premio lleva su nombre.

Os saludo cordialmente. Felicitaciones sinceras a los premiados. Os bendigo de corazón a todos.

 



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