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DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A LOS PARTICIPANTES EN UN ENCUENTRO
DE LA FEDERACIÓN ITALIANA DE SEMANARIOS CATÓLICOS


Sábado 25 de noviembre de 2006

 

Queridos hermanos y hermanas: 

Con alegría os acojo y os agradezco vuestra amable visita. Saludo cordialmente a todos y, en primer lugar, a monseñor Giuseppe Betori, secretario de la Conferencia episcopal italiana, y a don Giorgio Zucchelli, presidente de la Federación italiana de semanarios católicos, al que también doy las gracias por haberse hecho intérprete de los sentimientos comunes.

Mi saludo se extiende a los directores de las más de ciento sesenta cabeceras diocesanas y a los numerosos colaboradores que, de diversas maneras, contribuyen a la redacción de cada uno de los semanarios.

Saludo al director y a los periodistas de la agencia Sir, así como al director del diario Avvenire. Os expreso mi gratitud en particular porque, al concluir vuestro congreso sobre el tema "Católicos en política. ¿Libres o dispersos?", habéis querido realizar una visita al Sucesor del apóstol Pedro, renovando así el testimonio de vuestra fidelidad a la Iglesia, a cuyo servicio cada día dedicáis vuestras energías humanas y profesionales. A este propósito, también siento el deber de agradeceros la obra de sensibilización que lleváis a cabo entre los fieles con respecto a las iniciativas de bien del Sucesor de Pedro para las necesidades de la Iglesia universal.

La Federación italiana de semanarios católicos, que como acaba de recordar vuestro presidente reúne a los periódicos diocesanos, celebra en estos días su 40° aniversario de fundación. En efecto, el 27 de noviembre de 1966, vuestros predecesores decidieron aunar las potencialidades intelectuales y creativas de los diversos órganos de información que ya prestaban un benéfico servicio en las diócesis italianas. La iniciativa brotó del deseo de hacer que fueran más visibles y eficaces la presencia y la acción pastoral de la Iglesia, cuyo compromiso se quería sostener sobre todo en los momentos de mayor dificultad.

Hojeando nuevamente vuestros semanarios de las cuatro décadas pasadas se puede repasar la vida de la Iglesia y de la sociedad en Italia:  han sido numerosos los acontecimientos que la han marcado, y también han sido muchos y notables los cambios sociales y religiosos que se han producido. Esos acontecimientos y cambios han quedado puntualmente registrados y comentados en esas páginas, con una atención especial a la vida diaria de las parroquias y las comunidades diocesanas.

Ante una multiforme acción orientada a destruir las raíces cristianas de la civilización occidental, la peculiar función de los medios de comunicación social de inspiración católica consiste en educar la inteligencia y formar la opinión pública según el espíritu del Evangelio. Tienen como finalidad servir con valentía a la verdad, ayudando a la opinión pública a mirar, leer y vivir la realidad con los ojos de Dios. Los periódicos diocesanos tienen como objetivo ofrecer a todos un mensaje de verdad y de esperanza, subrayando hechos y realidades donde se vive el Evangelio, donde el bien y la verdad triunfan, donde el hombre con laboriosidad y creatividad construye y reconstruye el entramado humano de las pequeñas realidades comunitarias.

Queridos amigos, la rápida evolución de los medios de comunicación social y la aparición de múltiples y avanzadas tecnologías en el campo de dichos medios, no han hecho vana vuestra función; más aún, en algunos aspectos, resulta ahora todavía más significativa e importante, porque da voz a las comunidades locales que no pueden encontrar eco adecuado en los grandes órganos de información.

Las páginas de vuestros periódicos, al narrar y alimentar la vitalidad y el impulso apostólico de cada comunidad, constituyen un valioso vehículo de información y un medio de penetración evangélica. Vuestra difusión capilar pone de relieve la importancia de vuestra presencia, oportunamente reafirmada también en la reciente asamblea de la Iglesia italiana en Verona. Vosotros podéis llegar incluso a donde no se logra penetrar con los medios tradicionales de la pastoral.

A vuestros semanarios se los define, con razón, "diarios del pueblo", porque recogen los hechos y la vida de la gente del territorio y transmiten las tradiciones populares y el rico patrimonio cultural y religioso de vuestras aldeas y ciudades. Al narrar las vicisitudes diarias, dais a conocer esa realidad, mezcla de fe y de bondad, que no hace ruido, pero que constituye el auténtico entramado de la sociedad italiana.

Queridos amigos, seguid haciendo que vuestras cabeceras sean una red de conexión que facilite las relaciones y el encuentro entre los ciudadanos y las instituciones, entre las asociaciones, los diversos grupos sociales, las parroquias y los movimientos eclesiales. Seguid siendo "diarios de la gente y entre la gente", lugares donde se confronten en un debate leal opiniones diversas, a fin de fomentar un auténtico diálogo, indispensable para el crecimiento de la comunidad civil y eclesial.

Se trata de un servicio que podéis prestar también en el campo social y político. En efecto, si, como habéis reafirmado en vuestro congreso, el pluralismo legítimo de las opciones políticas no tiene nada que ver con una diáspora cultural de los católicos, vuestros semanarios pueden representar algunos significativos "lugares" de encuentro y de atento discernimiento para los fieles laicos comprometidos en el campo social y político, a fin de dialogar y encontrar convergencias y objetivos de acción compartida al servicio del Evangelio y del bien común.

Queridos amigos, para cumplir vuestra importante misión es preciso, ante todo, que cultivéis vosotros mismos una relación constante y profunda con Cristo en la oración, en la escucha de su palabra y en una intensa vida sacramental. Al mismo tiempo, es necesario que sigáis siendo miembros activos y responsables de la comunidad eclesial en comunión con vuestros pastores.

Como directores, redactores y administradores de semanarios católicos —estad convencidos de ello—, no realizáis "un trabajo cualquiera", sino que "colaboráis" en la gran misión evangelizadora de la Iglesia. No os desalentéis nunca ante las dificultades, que no faltan, ni ante los obstáculos, que a veces incluso pueden parecer insuperables. La experiencia del pasado demuestra que la gente necesita fuentes de información como vuestras cabeceras.

Encomiendo a la Virgen María a vuestra Federación y al vasto público de lectores de los semanarios diocesanos. Que ella os ayude en el servicio diario que prestáis con diligencia. A la vez que invoco sobre vosotros también la celestial intercesión de san Francisco de Sales, protector de los periodistas, de corazón os bendigo a todos, juntamente con vuestros familiares y con vuestras comunidades diocesanas.



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