VIAJE APOSTÓLICO A BENÍN
8-20 DE NOVIEMBRE DE 2011
ENCUENTRO CON LOS NIÑOS
PALABRAS DEL SANTO PADRE BENEDETTO XVI
Cotonú, iglesia parroquial de Santa Rita
Sábado 19 de noviembre de 2011
Queridos niños.
Agradezco a Monseñor René-Marie Ehuzu, Obispo de Porto Novo y responsable de la Pastoral Social de la Conferencia Episcopal de Benin, sus palabras de bienvenida. Doy las gracias también al señor cura párroco y a Aïcha por lo que me han dicho en nombre de todos. Después de este precioso momento de adoración, os saludo con gran alegría. Gracias por haber venido tantos.
Dios nuestro Padre nos ha convocado alrededor de su Hijo y nuestro hermano, Jesucristo, presente en la hostia consagrada en la misa. Es un gran misterio que hay que adorar y creer. Jesús, que nos ama tanto, está verdaderamente presente en los sagrarios de todas las iglesias del mundo, en los sagrarios de las iglesias de vuestros barrios y parroquias. Os invito a visitarlo con frecuencia para manifestarle vuestro amor.
Algunos de vosotros habéis hecho ya la primera comunión, otros os estáis preparando para hacerla. El día de mi primera comunión fue uno de los más hermosos de mi vida. También para vosotros, ¿no es verdad? Y, ¿sabéis por qué? No sólo por los lindos vestidos, los regalos o el banquete de fiesta, sino principalmente porque en ese día recibimos por primera vez a Jesucristo. Cuando yo comulgo, Jesús viene a habitar dentro de mí. Tengo que recibirlo con amor y escucharlo con atención. En lo más profundo del corazón, le puedo decir por ejemplo: «Jesús, yo sé que tú me amas. Dame tu amor para que te ame y ame a los demás con tu amor. Te confío mis alegrías, mis penas y mi futuro». Queridos niños, no dudéis en hablar de Jesús a los demás. Es un tesoro que hay que saber compartir con generosidad. En la historia de la Iglesia, el amor a Jesús ha llenado de valor y de fuerza a muchos cristianos, incluso a niños como vosotros. Así, a san Kizito, un muchacho ugandés, lo mataron porque él quería vivir según el bautismo que acababa de recibir. Kizito rezaba. Había comprendido que Dios no sólo es importante sino que lo es todo.
Pero, ¿qué es la oración? Es un grito de amor dirigido a Dios nuestro Padre, deseando imitar a Jesús nuestro hermano. Jesús se iba a un lugar apartado para orar. Como Jesús, yo también puedo encontrar cada día un lugar tranquilo para recogerme delante de una cruz o una imagen sagrada y hablar con Jesús y escucharlo. También puedo usar el Evangelio. Después me fijo con el corazón en un pasaje que me ha impresionado y que me guiará durante la jornada. Quedarme así por un rato con Jesús le permite llenarme de su amor, su luz y su vida. Y estoy llamado, por mi parte, a dar este amor que recibo en la oración a mis padres, mis amigos, a todos los que me rodean, incluso a los que no me quieren o a los que yo no aprecio mucho. Queridos niños, Jesús os ama. Pedid también a vuestros padres que recen con vosotros. Algunas veces habrá que insistirles un poco. No dudéis en hacerlo. Dios es muy importante.
Que la Virgen María, su Madre, os enseñe a amarlo cada vez más mediante la oración, el perdón y la caridad. A ella os confío a todos, así como a vuestras familias y educadores. Mirad, saco un rosario de mi bolsillo. El rosario es como un instrumento que se usa para rezar. Es muy sencillo rezar el rosario. Tal vez lo sabéis ya; si no es así, pedid a vuestros padres que os lo enseñen. Además, cada uno de vosotros recibirá un rosario al terminar nuestro encuentro. Cuando lo tengáis en vuestras manos, podréis rezar por el Papa, —os pido que lo hagáis—, por la Iglesia y por todas las intenciones importantes. Y ahora, antes de que os bendiga a todos con gran afecto, recemos juntos un Ave María por los niños de todo el mundo, especialmente por los que sufren a causa de la enfermedad, el hambre y la guerra. Recemos ahora: Ave María...
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