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DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A LA COMISIÓN MIXTA PARA EL DIÁLOGO TEOLÓGICO ENTRE
LA IGLESIA CATÓLICA Y LAS IGLESIAS ORTODOXAS ORIENTALES

Sala de los Papas
Viernes 25 de enero de 2013

 

Eminencias,
excelencias,
queridos hermanos en Cristo:

Con alegría en el Señor os doy la bienvenida, miembros de la Comisión mixta internacional para el diálogo teológico entre la Iglesia católica y las Iglesias ortodoxas orientales. Por medio de vosotros, extiendo mis saludos fraternos a los jefes de todas las Iglesias ortodoxas orientales. De modo particular, saludo a su eminencia Anba Bishoy, copresidente de la Comisión, dándole las gracias por sus cordiales palabras.

Antes que nada deseo recordar con estima a Su Santidad Shenouda III, Papa de Alejandría y Patriarca de la Sede de San Marcos, recientemente fallecido. Recuerdo con gratitud también a Su Santidad Abuna Paulos, Patriarca de la Iglesia ortodoxa etíope Tewahedo, que el año pasado acogió el noveno encuentro de la Comisión mixta internacional para el diálogo teológico en Addis Abeba, Etiopía. Me entristeció también saber de la muerte de su excelencia reverendísima Jules Mikhael Al-Jamil, arzobispo titular de Takrit y procurador del Patriarcado siro-católico en Roma, así como miembro de vuestra Comisión. Me uno a vosotros en la oración por el eterno descanso de estos devotos servidores del Señor.

El encuentro de hoy nos ofrece la ocasión de reflexionar juntos con gratitud sobre el trabajo de la Comisión mixta internacional, emprendido hace diez años, en enero de 2003, por iniciativa de las autoridades eclesiales de la familia de las Iglesias orientales ortodoxas y del Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos. En la última década la Comisión ha analizado, desde una perspectiva histórica, los diversos modos en que las Iglesias han expresado su comunión en los primeros siglos. Durante esta semana, dedicada a la oración por la unidad de todos los seguidores de Cristo, os habéis reunido para examinar con mayor profundidad la comunión y la comunicación existente entre las Iglesias en los primeros cinco siglos de la historia cristiana. Reconociendo los progresos realizados, expreso mi esperanza de que las relaciones entre la Iglesia católica y las Iglesias orientales ortodoxas continúen desarrollándose en espíritu fraterno de cooperación, en particular a través de la profundización de un diálogo teológico capaz de ayudar a todos los seguidores del Señor a creer en la comunión y a dar al mundo testimonio de la verdad salvífica del Evangelio.

Muchos de vosotros procedéis de regiones donde los cristianos, individualmente o como comunidades, afrontan pruebas dolorosas y dificultades que son fuente de profunda preocupación para todos nosotros. A través de vosotros, deseo asegurar a todos los fieles de Oriente Medio mi cercanía espiritual y mi oración para que aquella tierra tan importante en el plan de salvación de Dios, se guíe a través de un diálogo constructivo y de la cooperación hacia un futuro de justicia y de paz duradera. Todos los cristianos deben trabajar juntos, con aceptación y con confianza recíproca, para servir a la causa de la paz y de la justicia en fidelidad a la voluntad del Señor. Que el ejemplo y la intercesión de los innumerables mártires y santos, que durante los siglos han dado un valiente testimonio de Cristo en todas nuestras Iglesias, nos sostengan y fortalezcan a todos, mientras afrontamos los desafíos del presente con confianza y esperanza en el futuro que el Señor abre ante nosotros. Sobre vosotros y todas las personas vinculadas al trabajo de la Comisión, invoco una nueva efusión de los dones del Espíritu Santo, de la sabiduría, del gozo y de la paz.

Gracias por vuestra atención.



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