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CARTA DEL SANTO PADRE FRANCISCO
CON MOTIVO DEL DÉCIMO ANIVERSARIO
DE SU VISITA A LAMPEDUSA

Al querido hermano
Mons. Alessandro Damiano
Arzobispo de Agrigent
o

Con ocasión de la celebración en recuerdo del 10º aniversario de la visita a Lampedusa, deseo enviarle a usted, a los fieles de la archidiócesis, a las autoridades y a los presentes mi cordial saludo. Estoy cerca de vosotros con el afecto, la oración y el aliento.

Queridos hermanos, en estos días en los que estamos asistiendo a la repetición de graves tragedias en el Mediterráneo, nos estremecen las masacres silenciosas delante de las cuales aún permanecemos impotentes y atónitos. La muerte de inocentes, principalmente niños, buscando una existencia más serena, lejos de guerras y violencias, es un grito doloroso y ensordecedor que no puede dejarnos indiferentes. Es la vergüenza de una sociedad que ya no sabe llorar y compadecer al otro.

Han pasado diez años del viaje que quise realizar en la comunidad de Lampedusa para manifestar mi apoyo y la paterna cercanía a quienes después de arduas peripecias, a merced del mar, han desembarcado en vuestras costas. La consumación de tan inhumanos desastres debe estremecer absolutamente las conciencias; Dios todavía nos pregunta: “Adán, ¿dónde estás?”, “¿Dónde está tu hermano?”. ¿Queremos perseverar en el error, pretendiendo ponernos en el lugar del Creador, dominar para proteger los propios intereses, romper la armonía constitutiva entre Él y nosotros? Es necesario cambiar actitud; el hermano que llama a la puerta es digno de amor, de acogida y de toda atención. Es un hermano que, como yo, fue puesto en la tierra para disfrutar de lo que allí existe y compartirlo en comunión.

En este contexto, todos estamos llamado a un renovado y profundo sentido de responsabilidad, dando prueba de solidaridad y compartición. Es necesario que la Iglesia, para ser realmente profética, trabaje con diligencia para ponerse en la ruta de los olvidados, saliendo de sí misma, aliviando con el bálsamo de la fraternidad y de la caridad las llagas sangrantes de aquellos que llevan impresas en el propio cuerpo las mismas heridas que Cristo.

Por eso os exhorto a no permanecer prisioneros del miedo o de las lógicas de parte, sino que seáis cristianos capaces de fecundar con la riqueza espiritual del Evangelio esta isla, puesta en el corazón del Mare Nostrum , para que vuelva a brillar en su belleza original.

Mientras doy las gracias a cada uno de vosotros, rostro radiante y misericordioso del Padre, por el compromiso de asistencia a favor de los migrantes, encomiendo al Señor de la vida a los fallecidos en las travesías, y con gusto imparto mi Bendición, pidiendo por favor que recéis por mí.

Roma, San Juan de Letrán, 20 de junio de 2023

Francisco



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