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VIDEOMENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
CON OCASIÓN DEL 35 ANIVERSARIO DEL CENTRO ASTALLI PARA REFUGIADOS

19 de abril de 2016

 

Estimados refugiados,
queridos voluntarios,
trabajadores y amigos del Centro Astalli:

Este Año de la Misericordia se cumplen 35 años del Servicio de los jesuitas para los refugiados en Italia, una actividad que ante todo ha sido un caminar juntos, como un solo pueblo. Y ¡esto es bonito y justo!

Hay que seguir con coraje: «Era forastero y me acogisteis» (cf. Mt 25, 35).

Era forastero... Cada uno de vosotros, refugiados que llamáis a nuestras puertas tiene el rostro de Dios, es la carne de Cristo. Vuestra experiencia de dolor y de esperanza nos recuerda que todos somos extranjeros y peregrinos en esta Tierra, acogidos por alguien con generosidad y sin ningún mérito. Quien como vosotros ha huido de su tierra a causa de la opresión, de la guerra, de una naturaleza desfigurada por la contaminación y la desertificación, o la injusta distribución de los recursos del planeta, es un hermano con quien compartir el pan, la casa y la vida.

¡Demasiadas veces que no os hemos acogido! Perdonad la clausura y la indiferencia de nuestras sociedades que temen el cambio de vida y de mentalidad que requiere vuestra presencia. Tratados como una carga, un problema, un coste, sois por el contrario un regalo. Sois testigos de cómo nuestro Dios clemente y misericordioso sabe convertir el mal y la injusticia que sufrís en un bien para todos. Porque cada uno de vosotros puede ser un puente que une pueblos distantes, que hace posible el encuentro entre diferentes culturas y religiones, una vía para redescubrir nuestra común humanidad.

y me acogisteis. Era forastero y me acogisteis. Sí, el Centro Astalli es un ejemplo concreto y cotidiano de esta acogida nacido de la visión profética del padre Pedro Arrupe. Fue su canto del cisne, en un centro de refugiados en Asia. Gracias a todos vosotros, hombres y mujeres, laicos y religiosos, trabajadores y voluntarios, porque mostráis con hechos que si se camina juntos el camino da menos miedo.

Os animo a continuar. Treinta y cinco años son sólo el inicio de un recorrido que se hace cada vez más necesario, la única vía para una convivencia reconciliada.

Sed siempre testigos de la belleza del encuentro. Ayudad a nuestra sociedad a escuchar la voz de los refugiados.

Seguid caminando con coraje a su lado, acompañadles y dejaos también guiar por ellos: los refugiados conocen los caminos que conducen a la paz porque conocen el olor acre de la guerra.



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