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VIDEOMENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS PARTICIPANTES EN LA VII EDICIÓN DEL
FESTIVAL DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
SOBRE EL TEMA "
FIDELIDAD ES CAMBIO"

[Verona, Cattolica Center, 23-26 de noviembre de 2017]

 

Queridos hermanos y hermanas:

Os saludo a todos vosotros, participantes en el 7° Festival de Doctrina Social de la Iglesia, que este año se titula «La fidelidad es cambio». Esta expresión, que intencionalmente suscita una cierta «sorpresa» lógica, nos lleva a considerar que, en realidad, ser fieles comporta la capacidad de cambiar.

Pensemos en la experiencia de Abraham, que la Biblia nos muestra como un modelo de fe. Cuando ya era anciano, Dios le dijo, «Vete de tu tierra y de tu patria y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré. De ti haré una nación grande, y te bendeciré. Engrandeceré tu nombre y sé tu una bendición» (Génesis 12, 1-2). Para ser fiel, Abraham tuvo que cambiar, partir. La Palabra de Dios nos ayuda a distinguir las dos «caras» del cambio: la primera es la confianza, la esperanza, la apertura a lo nuevo; la segunda es la dificultad de dejar las seguridades para salir al encuentro de lo desconocido. En efecto, nos sentimos más tranquilos quedándonos en nuestro recinto, conservando, repitiendo palabras y gestos habituales —esto hace que nos sintamos más seguros— en lugar de salir, partir y comenzar nuevos procesos. Preguntémonos entonces, qué sucede si mantenemos nuestra fidelidad a Dios y al hombre. Hemos visto en la historia de Abraham el efecto de la llamada del Señor: le cambió radicalmente la vida, lo hizo entrar en una nueva historia, le abrió horizontes inesperados con nuevos cielos y nuevas tierras. Cuando se responde a Dios, siempre se activa un proceso: ocurre algo inédito que nos lleva a donde nunca hubiéramos imaginado. Esto es importante: siempre se activa un proceso, se va adelante, no se ocupan espacios, se activan procesos.

Fidelidad al hombre significa salir de sí mismo para encontrarse con la persona concreta, con su rostro, su necesidad de ternura y misericordia, para sacarla del anonimato, de las periferias de la existencia. Fidelidad al hombre significa abrir los ojos y el corazón a los pobres, los enfermos, a los que no tienen trabajo, a los muchos heridos por la indiferencia y por una economía que descarta y asesina, abrirse a los refugiados que huyen de la violencia y la guerra. Fidelidad al hombre significa vencer a la fuerza centrípeta de los propios intereses, intereses egoístas y dar cabida a la pasión por el otro, rechazar la tentación de la desesperación y mantener viva la llama de la esperanza. De esta manera, la fidelidad a Dios y la fidelidad al hombre convergen en un movimiento dinámico que toma la forma del cambio de nosotros mismos y del cambio de la realidad, superando inmovilismos y conveniencias, creando espacios y trabajo para los jóvenes y para su futuro. Porque el cambio es saludable no solo cuando las cosas van mal, sino también cuando todo funciona bien y estamos tentados de acomodarnos sobre los resultados obtenidos. Expandir nuestro servicio, hacer que otros sean parte de nuestros proyectos, dilatar los espacios de la creatividad significa aceptar el desafío del cambio precisamente para permanecer fieles a Dios y al hombre. Parece una contradicción, pero la fidelidad es este camino que activa procesos y no nos permite detenernos en los espacios que nos defienden de cualquier creatividad, espacios que eventualmente van en la dirección del siempre se ha hecho así. Enviándoos este breve mensaje, dirijo también un saludo fraterno a su excelencia monseñor Zenti, obispo de Verona, ciudad anfitriona del Festival de la Doctrina social de la Iglesia, a don Vincenzi y todos los colaboradores, relatores y voluntarios. Deseo que esta iniciativa contribuya a animar y sostener la misión evangelizadora de la Iglesia en el mundo del trabajo, de la economía y de la política.

Os bendigo y os pido por favor que recéis por mí. ¡Gracias!

 



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