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MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
AL P
RESIDENTE DEL CONSEJO EJECUTIVO DE LA COMUNIDAD DE VIDA CRISTIANA
CON OCASIÓN DE LA XVII ASAMBLEA MUNDIAL DE LA ASOCIACIÓN
[BUENOS AIRES, 22-31 E JULIO DE 2018]

 

Al Señor Mauricio López Oropeza
Presidente de la Comunidad de Vida Cristiana Mundial

Querido hermano:

He recibido tu atenta carta, en la que me informas de la celebración de vuestra Asamblea Mundial 2018, cuando se cumplen los 50 años de vuestro caminar como Comunidad de Vida Cristiana. Con este motivo, quieren orar y reflexionar juntos para que el Señor les conceda una mayor profundidad en la vivencia de vuestro carisma, y así, ahondando en el carisma recibido, sigan siendo un regalo para la Iglesia y para el mundo.

Pero este reconocer el don y la gracia que el Señor les ha concedido en estos años los ha de llevar, en primer lugar, a una humilde acción de gracias, porque Jesús se ha fijado en ustedes más allá de sus cualidades y virtudes. Pero al mismo tiempo, esto supone una llamada a la responsabilidad, a salir de ustedes mismos e ir al encuentro de los demás, para alimentarlos con el único pan capaz de saciar el corazón humano: el amor de Cristo. Que la “ilusión gnóstica” no los desoriente.

En el centro de vuestra espiritualidad ignaciana está el querer ser contemplativos en la acción. Contemplación y acción, las dos dimensiones juntas: porque sólo podemos entrar en el corazón de Dios a través de las llagas de Cristo, y sabemos que Cristo está llagado en los hambrientos, los ignorantes, los descartados, los ancianos, los enfermos, los encarcelados, en toda carne humana vulnerable.

Conducirse con un estilo de vida cristiano, de intensa vida espiritual y de trabajo por el Reino, significa dejarse plasmar por el amor de Jesús, tener sus mismos sentimientos (cf. Flp 2,5), preguntarse continuamente: ¿Qué he hecho por Cristo?, ¿qué hago por Cristo?, ¿qué debo hacer por Cristo? (cf. EE 53).

Les agradezco la entrega y amor a la Iglesia y a los hermanos, y los animo a seguir haciendo presente a Cristo en su ambiente, dando sentido apostólico a todas sus ocupaciones.

Y, por favor, no dejen de rezar por mí. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide.

Francisco

 



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