MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS PARTICIPANTES EN LA CONFERENCIA INTERNACIONAL
“EL BIEN COMÚN EN NUESTROS MARES COMUNES”
[Copenhague, 3-5 de mayo de 2019]
A mi venerable hermano,
Cardenal Peter Turkson,
Prefecto del Dicasterio para la Promoción del Desarrollo Humano Integral.
Con motivo de la conferencia “El bien común en nuestros mares comunes”, en curso en Copenhague del 3 al 5 de mayo de 2019, le pido que transmita mis mejores deseos a todos los participantes y que les asegure mis oraciones por un fructífero encuentro.
Vuestro encuentro reúne a representantes de diferentes tradiciones religiosas y organizaciones internacionales, y de los campos de los negocios, la ciencia y la educación para explorar los desafíos y oportunidades que enfrentan nuestros mares, océanos y áreas costeras, y aquellos cuyos medios de vida dependen de ellos. Al enfocar este tema crucial, dos elementos resultan particularmente importantes, a saber, la justicia y el diálogo intergeneracional.
En primer lugar, os alentaría a considerar la “solidaridad intergeneracional” (cf. Laudato si’, 159-162) como un imperativo moral clave para responder a los problemas de nuestro tiempo. Cuando se ponen las necesidades de nuestros contemporáneos, especialmente de los jóvenes, y también de las generaciones venideras, en el centro de los esfuerzos para cuidar la creación, se puede promover y proteger el bien común de todos, “ya que la tierra que recibimos pertenece también a los que vendrán” (cf. ibíd. 159).
Sobre la base de la justicia intergeneracional y de la integridad de la vida que abarca tanto el tiempo como el espacio (cf. Lumen Fidei, 57), espero que la solidaridad y la preocupación fraterna que tienden la mano de la amistad y de la compasión a los más pobres de nuestros hermanos y hermanas encuentren una expresión concreta en el apoyo a las comunidades costeras y a todos aquellos que trabajan en nuestros mares, que a menudo se ven desproporcionadamente afectados por el cambio climático y las injusticias de modelos de desarrollo insostenibles.
En segundo lugar, confío en que al considerar las amenazas causadas por la gestión injusta de nuestros mares y la manipulación criminal de las industrias marítimas ―no por último, entre ellas el flagelo de la trata de personas― , un enfoque cada vez más interdisciplinario y dialógico fomente una serie de respuestas cada vez más eficaces a los complejos desafíos que enfrentamos.
El diálogo no es meramente un método o una estrategia para lograr resultados, sino que refleja la naturaleza misma del cosmos, porque Dios crea el mundo y todo lo que contiene no de forma abstracta o distante, sino a través de su palabra: «Dijo Dios: “Bullan las aguas de animales vivientes”»(Génesis 1,20). Reflejando la cualidad esencial del orden creado, el diálogo no solo es deseable sino también esencial: diálogo entre religiones, diálogo entre naciones, diálogo entre creyentes y no creyentes, diálogo entre ciencias, diálogo entre ricos y pobres, ¡diálogo para todos! Ciertamente, esta no es una tarea fácil, pero “la gravedad de la crisis ecológica nos exige a todos pensar en el bien común y avanzar en un camino de diálogo que requiere paciencia, ascesis y generosidad” (cf. Laudato si’, 201).
Mientras reflexionáis sobre estas importantes cuestiones, os brindo de buen grado estos pensamientos como contribución a vuestras deliberaciones, que encomiendo a la intercesión de Nuestra Señora Estrella del Mar. Sobre todos los que participan en esta conferencia internacional, invoco las bendiciones divinas de la sabiduría y la fortaleza.
Del Vaticano, 16 de abril de 2019.
Francisco
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