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MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
CON MOTIVO DE LA APERTURA DE LAS JORNADAS SOCIALES CATÓLICAS EUROPEAS

(Bratislava, 17-20 de marzo de 2022)

Al querido hermano Mons. Gintaras Grušas
arzobispo de Vilna y presidente del CCEE

Con ocasión de la Tercera edición de las Jornadas Sociales Católicas Europeas, organizadas por el CCEE junto a la COMECE y a la Conferencias Episcopal Eslovaca en Bratislava del 17 al 20 de marzo, deseo dirigirle a usted, querido hermano, y a todos los participantes mi cordial saludo.

Lo que estamos viviendo en estas últimas semanas no es lo que esperábamos después de la difícil emergencia sanitaria provocada por la pandemia, que nos ha hecho experimentar un signo de impotencia y de temor, junto a la condición de fragilidad de nuestra existencia. La tragedia de la guerra que se está desarrollando en el corazón de Europa nos deja atónitos; nunca hubiéramos imaginado ver de nuevo escenas similares que recuerdan a los grandes conflictos bélicos del siglo pasado. El desgarrador grito de auxilio de nuestros hermanos ucranianos nos empuja como comunidad de creyentes no sólo a una seria reflexión, sino a llorar con ellos y a trabajar por ellos; a compartir la angustia de un pueblo herido en su identidad, en su historia y tradición. La sangre y las lágrimas de los niños, los sufrimientos de mujeres y hombres que están defendiendo la propia tierra o escapando de las bombas sacuden nuestra conciencia. Una vez más la humanidad está amenazada por un abuso perverso del poder y de intereses particulares, que condena a la gente indefensa a sufrir todo tipo de violencia brutal.

Os doy las gracias a todos vosotros, queridos hermanos en el episcopado, por la urgente y unánime respuesta en socorrer a esa población, garantizando ayuda material, acogida y hospitalidad. No nos cansemos de esto, y no cesemos de invocar a Dios y a los hombres la paz. Os exhorto, por tanto, a continuar rezando, para que quienes detentan el destino de las naciones no dejen nada sin hacer para detener la guerra y abrir un diálogo constructivo para poner fin a la inmensa tragedia humanitaria que está provocando.

Hoy más que nunca urge ver de nuevo el estilo y la eficacia del ars politica. Frente a los muchos cambios a los que estamos asistiendo a nivel internacional, es un deber «hacer posible el desarrollo de una comunidad mundial, capaz de realizar la fraternidad a partir de pueblos y naciones que vivan la amistad social» (Encíclica Fratelli tutti, n. 154). La guerra, que «deja al mundo peor» y es «un fracaso de la política y de la humanidad, una claudicación vergonzosa, una derrota frente a las fuerzas del mal» (n. 261), pueda suscitar en este sentido una reacción de signo contrario, un compromiso a fundar de nuevo una arquitectura de paz a nivel global (cfr. n. 231), donde la casa europea, nacida para garantizar la paz después de las guerras mundiales, tenga un rol primario.

El título que habéis elegido para estas jornadas, Europa más allá de la pandemia: un nuevo inicio, invita a reflexionar sobre la transición actual en la sociedad europea. Este tiempo, todavía condicionado por la pandemia, ha provocado notables cambios sociales, económicos, culturales y también eclesiales. En esta situación marcada por el sufrimiento han crecido los miedos, ha aumentado la pobreza y se han multiplicado las soledades; mientras muchos han perdido el trabajo y viven de forma precaria, para todos ha cambiado la forma de relacionarse con los otros. En este contexto, tampoco la vida eclesial estuvo exenta de muchas dificultades, sobre todo por la limitación de las actividades pastorales.

No podemos estar de brazos cruzados; como cristianos y como ciudadanos europeos, estamos llamados a actuar con valentía como dijo uno de los grandes fundadores de la Comunidad europea, Alcide De Gasperi, hablando «del bien común de nuestras patrias europeas, de nuestra patria Europa» (Discurso a la Conferencia parlamentaria europea, 21 de abril de 1954). Sí, Europa y las naciones que la componen no se oponen entre ellas y construir el futuro no significa uniformarse, sino unirse aún más en el respeto de las diversidades. Para los cristianos reconstruir la casa común quiere decir «ser artesanos de comunión, tejedores de unidad en todos los ámbitos; no por una estrategia, sino por el Evangelio» (Homilía en la misa con el CCEE, 23 de septiembre de 2021). En otras palabras, es necesario recomenzar del corazón mismo del Evangelio: Jesucristo y su amor que salva. Este es el anuncio siempre nuevo que hay que llevar al mundo, sobre todo a través del testimonio de vidas que muestren la belleza del encuentro con Dios y del amor por el prójimo.

Lo expresa bien la imagen que habéis elegido como logo de estas Jornadas: la de San Martín de Tours que parte en dos su manto para donarlo a un pobre. Esto recuerda que el amor es proximidad concreta, compartir, cuidado por el otro. Quien ama supera el miedo y la desconfianza hacia quienes se asoman a nuestras fronteras buscando una vida mejor: si acoger, proteger, acompañar e integrar a tantos hermanos y hermanas que escapan de conflictos, carestías y pobreza es un deber y es humano, aún más es cristiano. Se transformen los muros todavía presentes en Europa en puertas de acceso a su patrimonio de historia, de fe, de arte y cultura; se promuevan el diálogo y la amistad social, para que crezca una convivencia humana fundada en la fraternidad.

Encomiendo, querido hermano, vuestros trabajos a la materna intercesión de la Madre de la Iglesia y Reina de la paz, y a la protección de las Santas y de los Santos patronos de Europa. Os bendigo de corazón y os pido, por favor, que sigáis rezando por mí.

Roma, San Juan de Letrán, 15 de marzo de 2022

Francisco



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