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MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
EN EL 145 ANIVERSARIO DE LA FUNDACIÓN DE "IL MESSAGGERO"

 

Al Doctor Francesco Gaetano Caltagirone,
Presidente de Il Messaggero

Me complace especialmente hacerle llegar a usted y a sus colaboradores mi saludo, con ocasión del 145º aniversario de la fundación de Il Messaggero , y me complace la reflexión que, en tal circunstancia, estáis llevando adelante.

Vuestro periódico nacional, que ha atravesado la historia italiana desde finales del siglo XIX hasta hoy, contando la historia, recogiendo los diferentes rostros del país y reflexionando sobre los desafíos que la han marcado, representa todavía un punto de fuerza del periodismo y de la información. Una tarea, la vuestra, que quisiera animar y promover especialmente por su dimensión ética, dado que nos encontramos en una época social y cultural en la que se vuelve cada vez más difícil discernir la verdad distinguiéndola de los infundios.

En el contexto de esta conmemoración, estáis profundizando también en el significado del próximo Jubileo 2025, un evento que concierne de cerca la ciudad de Roma, pero que interesa a Europa y al mundo entero. La Ciudad Eterna vuelve a ser el polo de atracción para relanzar el mensaje cristiano y encender de nuevo la esperanza de cuantos, en las fatigas de la vida y en las expectativas interiores, llegarán como peregrinos.

De la rica tradición bíblica heredamos el sentido del Año jubilar, en primer lugar como un tiempo favorable y propicio, para volver a poner en el centro de nuestra vida la reconciliación con Dios y entre nosotros, rompiendo las cadenas del mal, de la esclavitud y de la violencia, que desfiguran la belleza de la dignidad humana. En tales ocasiones, la Iglesia católica desea recordar la importancia de volver a pensar la propia existencia y pedir perdón por las propias faltas, en la certeza de que el Dios de la misericordia y de la compasión viene a renovarnos y reconciliarnos.

Pero no se trata —es útil recordarlo— de una mera práctica religiosa como tal, sino de un proceso que, aun partiendo de individuos, involucra todas las relaciones interpersonales, con la intención de promover una visión de sociedad más justa y fraterna, en la que los errores y las culpas son perdonados, quien se ha equivocado es ayudado a recuperar, la justicia se restablece, y, así, se favorece la reconciliación y la construcción de un mundo más solidario y sobre todo más humano.

En tal sentido, el Jubileo tiene una valencia no exclusivamente religiosa, sino que implica también un renacimiento ético, moral, social y cultural, capaz de sanar las heridas provocadas por la injusticia y las varias formas de violencia, de superar las desigualdades económicas y las discriminaciones, de refundar un clima colectivo de confianza y esperanza, y de iniciar procesos de crecimiento humano integral, con especial atención por los más frágiles y los más vulnerables.

Se trata entonces de un Año en el que dar cuerpo y forma al tema bíblico de la “liberación”, en todas sus implicaciones antropológicas y comunitarias: emprender acciones y caminos capaces de liberar las personas, las ciudades, las naciones y los pueblos de todo tipo de esclavitud y de degrado.

Será particularmente importante también reflexionar sobre lo que hemos vivido y sufrido durante la pandemia «que, además de hacernos ver el drama de morir en soledad, la incertidumbre y la fugacidad de la existencia, ha cambiado también nuestro estilo de vida»; en referencia a esto, será necesario vivir con entusiasmo y participación el próximo Jubileo, que «puede ayudar mucho a restablecer un clima de esperanza y confianza, como signo de un nuevo renacimiento que todos percibimos como urgente» (Carta a S.E. Mons. Fisichella para el Jubileo 2025).

Concluyo dando las gracias por el valioso servicio que dais a la comunidad, renovando los mejores deseos para tal importante evento. Os saludo enviando a cada uno mi bendición. Y os pido, por favor, que recéis por mí.

Ciudad del Vaticano, 6 de junio 2023

Francisco



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