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MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
PARA LA CAMPAÑA NACIONAL CONTRA LA VIOLENCIA HACIA LA MUJERES
ORGANIZADA POR RADIO1RAI & CADMI D.I.RE

 

¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días a todos!

Doy las gracias a los promotores de la iniciativa “Una ola larga contra la violencia masculina contra las mujeres”, que permite reflexionar sobre un tema de gran actualidad. De hecho, la violencia contra las mujeres es una mala hierba venenosa que aflige nuestra sociedad y que debe ser eliminada desde la raíz. Y estas raíces son culturales y mentales, crecen en el terreno del perjuicio, de la posesión, de la injusticia.

En demasiados lugares y demasiadas situaciones las mujeres son puestas en segundo plano, son consideradas “inferiores” como objetos: y si una persona es reducida a una cosa, entonces no se ve más la dignidad, se considera solo una propiedad de la que se puede disponer en todo, hasta incluso suprimirla.

¡Cuántas mujeres están oprimidas por el peso y el drama de la violencia! Cuántas son maltratadas, abusadas, esclavizadas, víctimas de la prepotencia de quien piensa que puede disponer de su cuerpo y de su vida, obligadas a rendirse a la codicia de los hombres.

Lamentablemente en esto los medios de comunicación todavía juegan un rol ambiguo. Por un lado favorecen el respeto y la promoción de las mujeres; pero de la otra transmiten continuamente mensajes impresos en el hedonismo y el consumismo, cuyos modelos, tanto masculinos como femeninos, obedecen los criterios del éxito, la autoafirmación, de la competición, del poder de atraer al otro y dominarlo.

¡Pero dónde hay dominio hay abuso! No es amor lo que exige prisioneros. ¡El Señor nos quiere libres y en plena dignidad!

Ante la plaga de los abusos físicos y psicológicos sobre las mujeres está la urgencia de redescubrir formas de relaciones justas y equilibradas, basadas en el respeto y en el reconocimiento recíprocos. Los condicionamientos de todo tipo deben contrarrestarse con una acción educativa que, partiendo de la familia, ponga en el centro a la persona y su dignidad.

Es nuestro deber, responsabilidad de cada uno, dar voz a nuestras hermanas sin voz: las mujeres víctimas de abuso, explotación, marginación y presiones indebidas. ¡No nos quedemos indiferentes! Es necesario actuar enseguida, a todos los niveles, con determinación, urgencia, valentía.

Del corazón y de la carne de una mujer ha venido al mundo  la salvación; de cómo tratamos a la mujer, en todas sus dimensiones, se revela nuestro grado de humanidad. 

Queridas amigas y queridos amigos, deseo que esta “ola”, que hoy inician, sea verdaderamente larga y pueda contribuir a un cambio de mentalidad. Os bendigo y os animo a seguir adelante en este compromiso. ¡Gracias y buen trabajo!

FRANCISCO

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L'Osservatore Romano, Edición semanal en lengua española, Año LX, número 45, Viernes, 10 de agosto de 2023, p. 6.



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