Index   Back Top Print

[ DE  - EN  - ES  - FR  - IT  - PT ]

DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A UNA DELEGACIÓN DEL CONSEJO ECUMÉNICO DE
IGLESIAS

Viernes 7 de marzo de 2014

 

 

Dear brother,
distinguidos responsables del Consejo mundial de Iglesias:

Deseo dar a todos una cordial bienvenida. Doy las gracias al doctor Tveit por las palabras que me ha dirigido y por hacerse intérprete de vuestros sentimientos. Este encuentro marca un ulterior e importante capítulo de largas y proficuas relaciones entre la Iglesia católica y el Consejo mundial de Iglesias. El obispo de Roma os está agradecido por el servicio que ofrecéis a la causa de la unidad entre los creyentes en Cristo.

Desde sus comienzos, el Consejo mundial de Iglesias ha ofrecido una gran contribución para formar la sensibilidad de todos los cristianos sobre el hecho de que nuestras divisiones representan un fuerte obstáculo para el testimonio del Evangelio en el mundo. Ellas no se deben aceptar con resignación, como si fueran sencillamente un componente inevitable de la experiencia histórica de la Iglesia. Si los cristianos ignoran la llamada a la unidad que el Señor les dirige, corren el riesgo de ignorar al Señor mismo y la salvación que Él nos ofrece a través de su Cuerpo, la Iglesia: «No hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos» (Hch 4, 12).

Las relaciones entre la Iglesia católica y el Consejo mundial de Iglesias, que se desarrollaron a partir del Concilio Vaticano II, hicieron que, superando las mutuas incomprensiones, pudiéramos llegar a una sincera colaboración ecuménica y a un creciente «intercambio de dones» entre las diversas comunidades. La senda hacia la comunión plena y visible es un camino que resulta aún hoy arduo y cuesta arriba. Sin embargo, el Espíritu nos invita a no tener miedo, a seguir adelante con confianza, a no contentarnos con los progresos que también hemos podido experimentar en estos decenios.

En este camino es fundamental la oración. Sólo con espíritu de oración humilde e insistente se podrá tener la necesaria clarividencia, discernimiento y las motivaciones para ofrecer nuestro servicio a la familia humana, en todas sus debilidades y necesidades, tanto espirituales como materiales.

Queridos hermanos, os aseguro mi oración para que, durante vuestro encuentro con el Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos, sea posible determinar el modo más eficaz para progresar juntos en este camino. Que el Espíritu del Señor sostenga a cada uno de vosotros y a vuestras familias, a vuestros colegas del Consejo mundial de Iglesias y a todos los que tienen interés por la promoción de la unidad. Orad también por mí, a fin de que el Señor me conceda ser dócil instrumento de su voluntad y siervo de la unidad. Que la paz y la gracia del Señor os acompañen.

 



Copyright © Dicastero per la Comunicazione - Libreria Editrice Vaticana