Index   Back Top Print

[ DE  - EN  - ES  - FR  - IT  - PT ]

DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS CHICOS DE LA ESCUELA SECUNDARIA
QUE PARTICIPAN EN LA EXPERIENCIA EDUCATIVA CRISTIANA «GRIAL» O «LOS CABALLEROS
»*

Aula Pablo VI
Viernes 2 de junio de 2017

[Multimedia]


 

Marta:

Querido Francisco, mi nombre es Marta. En este período me preocupa mucho que, al haber terminado la secundaria, el año que viene no voy a ver a la mayoría de mis mejores amigos y tengo miedo del salto entre la secundaria y la superior. Estoy bien como estoy ahora, con mis amigos de ahora. ¿Por qué tengo que cambiar todo? ¿Por qué me da tanto miedo crecer? No puedo y no quiero imaginar mi vida y todo lo que me va a pasar sin esos amigos que amo. ¿Qué puedo hacer? ¿Qué haré después?

Papa Francisco:

Gracias, Marta. Te voy a decir que la vida es un continuo “hola” y “adiós”. Muchas veces son cosas pequeñas, pero a menudo es un “adiós” durante años o para siempre. Se crece encontrándose y despidiéndose. Si no aprendes a despedirte bien nunca aprenderás a conocer gente nueva. Lo que dices es un reto, es el desafío de la vida. Es cierto, tus compañeros no serán los mismos, tal vez los verás, hablarás con ellos... pero hay nuevos amigos que tienes que encontrar, y ese es el desafío. Y en la vida hay que acostumbrarse a este camino: dejar algo y conocer cosas nuevas. Y esto también es un riesgo. Hay mucha gente que tiene mucho miedo –tú has usado la expresión “tengo miedo”– de dar un paso, que se queda siempre quieta, demasiado quieta y no crece. Cuando un niño, una niña, un hombre, una mujer dice “basta”, y –como ha recordado el párroco– que “se apoltrona”, no crece. Cierra el horizonte de la vida. Y aquí yo uso una palabra más... Ven, mira esa pared: ¿Qué hay detrás de la pared? ¿No puedes ver lo que hay detrás de la pared? Dime, dime... ven al micrófono...

Marta:

No sé ...

Papa Francisco:

No lo sabes... Es lo que pasa cuando una persona no quiere crecer: tiene una pared delante y no sabe lo que hay. Pero si sales al campo –piensa– ¿qué ves? Donde no hay paredes, ¿qué ves?

Marta:

Veo todo ...

Papa Francisco:

Todo. Ves el horizonte. Debemos aprender a ver la vida mirando horizontes, cada vez más lejos, más lejanos. Y esto es conocer gente nueva, conocer nuevas situaciones. No hay que olvidarse de los otros, ¡no! Siempre hay un buen recuerdo y por lo general uno se encuentra con los antiguos compañeros... Pero siempre tenemos que caminar, para crecer. Es verdad que usaste la palabra “miedo”: “me da miedo crecer”, “'tengo miedo de ir adelante...”; pero usa en cambio la palabra “tengo un reto”: ¿lo gano o me dejo ganar por él?¿Me entiendes? Mira a la pared y piensa como es el campo, el horizonte. Y esta es la decisión que tienes que tomar. Detrás de la pared no se ve; con el horizonte, vas más adelante, hay más horizonte, y sigues, y el horizonte nunca termina. Tenemos que crecer hacia el horizonte. No sé si me explicado. Y dije: recordar a los antiguos amigos, a todos los que tienes que dejar para ir por otro camino. Recordarlos, a veces llamarlos, reunirse con ellos ... Pero vivir con los nuevos y hacer el camino con los nuevos. Y así se crece. Pero lo has hecho muy bien, porque no has podido decirme qué hay detrás de la pared, y está muy bien, porque detrás de la pared no se puede ver y has conseguido decirme que cuando estás en el campo y miras el horizonte se puede ver todo. ¡Muy bien! ¡Adelante!

Marta:

Gracias.

Giulia:

Querido Francisco, me llamo Giulia y me gustaría preguntarte qué podemos hacer en concreto nosotros, los jóvenes para cambiar un poco el mundo que nos rodea, dado todo lo que está pasando...

Papa Francisco:

Podemos pensar en llamar a un hada que venga con su varita mágica y cambie el mundo. ¿Podemos hacerlo? ¿Cómo se cambia el mundo? ¿Se puede cambiar el mundo? Contestad vosotros: ¿es posible? [Niños]: “Sí”. ¿Es fácil cambiar el mundo? [Niños]: “¡No!”. ¿Es difícil cambiar el mundo? [Niños]: “Sí”. Si es difícil para la gente grande, para las personas que han estudiado, para las personas que tienen la capacidad de gobernar el país, tanto más será difícil para un chico y una chica, ¿verdad? Es difícil. Pero me gustaría haceros a todos una pregunta: ¿Vosotros podéis cambiar el mundo? [Niños]: “Sí...”. No estáis muy seguros, ¿verdad? ¿Podéis o no podéis? [Niños]: “Sí”. Muy bien. Pero, ¿cómo? Con las cosas que están a vuestro alrededor. Por ejemplo, siempre, cuando me encuentro con los niños –vosotros sois algo mayores, pero niños– les pregunto: si tienes dos caramelos y llega un amigo, ¿qué haces? Casi todos dicen: “Le doy uno a él y el otro para mí”. Otros no lo dicen, piensan: ”Me guardo los dos en el bolsillo y me los como más tarde, cuando se va”. La primera es una actitud positiva, uno para ti, otro para mí. La otra es una actitud egoísta, negativa, todo para mí. Miraos las manos. Que todos se miren las manos y hagan el gesto. Gesto positivo: ¿cómo está la mano? Vamos, todos juntos: Toma, sí ... compartamos. Actitud negativa: ¿cómo está la mano? Cerrada. Hagamos el gesto. ¿Para cambiar el mundo hay que tener la mano cerrada? [Niños]: “¡No!”. ¿Cuál hay que tener? A ver ... ¡Aquí está! Sí, se necesita una mano abierta. Pero la mano es un símbolo del corazón, no podemos hacer esto con el corazón aquí, sería difícil... pero es un símbolo del corazón: el corazón abierto. Podéis empezar a cambiar el mundo con el corazón abierto. Luego viene la otra pregunta que hago a los niños. Y si tienes sólo un caramelo, y llega un amigo, ¿qué haces? ¡No es fácil! La mayoría responde: “Mitad y mitad”. ¿Y esto es así o así? [Hace el gesto con la mano], mitad y mitad ... Y algunos dicen: “Lo meto en el bolsillo y me lo como solo”. Esto ¿cómo es? ¿Así más o menos? [Hace el gesto con la mano] Dejadme ver ... El mundo se cambia abriendo el corazón, escuchando a los demás, acogiendo a los demás, compartiendo cosas. Y vosotros podéis hacer lo mismo. Si tienes un compañero, un amigo, un amiga, un compañero de clase, una compañera de escuela que no te gusta, que es algo antipática... Si vas a cotillear de esa persona con los demás, ¿Esto es así, asó o así? [Hace gesto con la mano] Muy bien . En cambio, si lo dejas pasar –“Bueno, no me gusta y no digo nada”– ¿cómo es esto? ... Muy bien. Lo habéis entendido. Cambiar el mundo con las pequeñas cosas de cada día, con la generosidad, el compartir, la creación de estas actitudes de hermandad. Si alguien me insulta y yo lo insultó, ¿cómo es? En cambio si alguien me insulta y yo no contesto, ¿cómo es esto? ¿Habéis entendido? Nunca devolver mal por mal! [Aplausos de los chicos] Nunca. ¿Tú me haces daño? ¿Y que nos enseñó Jesús acerca de esto? Escuchad: rezad por todos; rezad por vuestros amigos y rezad por vuestros enemigos, por los que hacen sufrir. Y Jesús dice: “Como nuestro Padre que está en el cielo, que hace salir el sol para los buenos y para los malos”. Sí, rezad por todos. La oración por todos, y no albergar malos deseos contra otros. Así se puede cambiar el mundo. No hay una varita mágica, pero hay cosas pequeñas cada día que tenemos que aprender. Y os hago una propuesta. En el grupo, hablad de esto una media hora, Grupos pequeños, cuando os juntéis . Si me hacen esto, ¿qué debería hacer? Si estoy frente a esta elección, ¿qué debería hacer? Hablar de las cosas que son “así” y de las que son “así” [el gesto de la mano], con el corazón. Gracias por tu pregunta.

Tanio:

Querido Francisco, me llamo Tanio, nací en Bulgaria y al primer mes de vida mis padres me dejaron en un orfanato. A los cinco años me adoptó una nueva familia italiana. Pero después de un año, mi nueva madre murió. He vivido hasta ahora con mi padre y mis abuelos. Este año mis abuelos se han muerto también. Los Caballeros son un regalo, un gran regalo para mí: porque están cerca de mí y me apoyan en cada momento de mi vida. Pero, para mí la cuestión es: ¿cómo se puede creer que el Señor te ama, cuando hace que te falten las personas o que sucedan cosas que nunca querrías?

Papa Francisco:

¿Cómo sabes que el Señor te ama cuando hace que te falten personas o cosas que no querrías perder nunca? Vamos a pensar un poco todos juntos, con la imaginación, en cualquier hospital de niños ¿Cómo puede alguien pensar que Dios ama a los niños y deja que enfermen, que se mueran, tantas veces? Pensad en esta pregunta: ¿Por qué sufren los niños? ¿Por qué hay niños en el mundo que padecen hambre, y en otras partes del mundo hay un derroche tan grande ? ¿Por qué? Sabes, hay preguntas –como la tuya– que no se pueden responder con palabras. Tanio, tú has preguntado esto y no hay palabras para explicarlo. Solamente encontrarás alguna explicación –pero no el “porqué”, sino el “para qué” [ “con qué fin ”]– en el amor de los que te aman y apoyan. No es una explicación de por qué suceden estas cosas, pero hay gente que te acompaña. Te digo sinceramente, y tú lo entenderás muy bien: cuando me pregunto en la oración “¿por qué sufren los niños?”, suelo hacerlo cuando voy a los hospitales infantiles, y luego salgo –te digo la verdad–  con el corazón no destruido, pero si muy triste, el Señor no me contesta. Sólo miro el crucifijo. Si Dios permitió que su Hijo sufriera tanto por nosotros, tiene que haber algo ahí que tenga sentido. Pero, querido Tanio, yo no puedo explicarte el sentido. Lo encontrarás tú, más tarde en la vida o en la otra vida. Pero explicaciones, como se explica un teorema matemático o una cuestión histórica, no puedo dártelas yo, ni nadie. Hay, en la vida –¡entendedlo bien!– hay preguntas en la vida y situaciones que no se pueden explicar. Una de ellas es la que tú has hecho, tu sufrimiento. Pero detrás de esto, está siempre el amor del Dios. “Ah, y ¿cómo explicarlo?”. No se puede explicar. Yo no puedo explicarlo. Y si alguien te dice: “ven, ven, que yo te lo explico”, duda. Harán que sientas el amor de Dios sólo los que te apoyan, que te acompañan y te ayudan a crecer. Gracias por haber hecho esa pregunta, porque es importante que vosotros, chicos y chicas, a partir de esta edad, empecéis a entender estas cosas, porque os ayudará a crecer bien y a seguir adelante. Gracias, Tanio.

Y tomando un poco de dolor de la última pregunta, nos dirigimos a la Mamá, a nuestra Mamá del Cielo, a la Madre: Ella entiende, como todas las madres, el dolor, y recemos juntos por la consagración

[Oración de consagración] “Jesús, mi Señor y mi rey ...”

[Bendición]

Y antes de terminar, para poder avanzar en la vida y tener un corazón generoso ¿cómo debe ser el corazón? Con la mano ...

Chicos y chicas:

¡Abierto!

Papa Francisco:

Y para ir hacia atrás ... ¿cómo se va hacia atrás? Con el corazón, ¿cómo?

Chicos y chicas:

¡Cerrado!

Papa Francisco:

Cerrado. Y otra pregunta: ¿Se pueden explicar todas las situaciones de la vida?

Chicos y chicas :

¡No!

Papa Francisco:

No me enterado ... No lo he oído

Chicos y chicas, más fuerte:

¡No¡

Papa Francisco

Muy bien. ¡Adelante!

 


* Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede

 



Copyright © Dicastero per la Comunicazione - Libreria Editrice Vaticana