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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LA ASOCIACIÓN DE SACERDOTES DEL PRADO

Sala del Consistorio
Sábado, 7 de abril de 2018

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Queridos hermanos y hermanas:

Me complace daros la bienvenida con motivo de vuestra peregrinación a Roma, como miembros de la familia del Prado, comprometidos a dar la vida todos los días siguiendo los pasos y el ejemplo del Padre Antoine Chevrier al servicio de los más pobres. Este encuentro me ofrece la oportunidad de dar gracias al Señor por el camino recorrido desde la época en que vuestro beato fundador, conmovido por la indigencia de los más desheredados de su tiempo, decidió hacerse prójimo de ellos para que pudieran conocer y amar a Jesucristo. Desde entonces la planta se ha desarrollado admirablemente: ahora formáis una hermosa familia de sacerdotes, de monjas y de laicas consagradas, distribuidos en varios países, habitados por el mismo amor de Jesús que se hizo pobre entre los pobres, y por el mismo ardor de evangelizar.

Nuestra época también conoce sus pobrezas, viejas y nuevas, materiales y espirituales, y son muchos los que a nuestro alrededor experimentan el sufrimiento, las heridas, las miserias y las angustias de todo tipo. Muy a menudo están lejos de la Iglesia e ignoran por completo la alegría y el consuelo que provienen del Evangelio. La misión que cumplir entre ellos es inmensa y la Madre Iglesia es feliz de poder contar con el apoyo de los discípulos del Padre Chevrier. Efectivamente, no puedo por menos que aprobar y alentar la acción pastoral que lleváis a cabo según el carisma propio de vuestros institutos, un carisma que me toca personalmente y que está en el centro de la renovación misionera a la que está llamada toda la Iglesia; por “la íntima conexión que existe entre evangelización y promoción humana, que necesariamente debe expresarse y desarrollarse en toda acción evangelizadora”. (Exhortación apostólica Evangelii Gaudium, 178).

El santo Papa Juan Pablo II, con ocasión de la beatificación del Padre Chevrier, en 1986 en Lyon, os propuso diferentes orientaciones, que conocéis muy bien, para fortalecer vuestro dinamismo y, por mi parte, solo puedo renovarlas. Para retomar solamente una, os pedía: "Hablad de Jesucristo con la misma intensidad de fe que el Padre Chevrier. [...] Los pobres tienen derecho a que se les hable de Jesucristo. Tienen derecho al Evangelio y a la totalidad del Evangelio "(Discurso al Instituto del Prado, 7 de octubre de 1986). De hecho, me gusta recordar, que la inmensa mayoría de los pobres tiene una apertura particular a la fe; necesitan a Dios, y la falta de atención espiritual hacia ellos constituye la peor discriminación: "La opción preferencial por los pobres debe traducirse principalmente en una atención religiosa privilegiada y prioritaria". (Evangelii gaudium, 200).

Queridos hermanos y hermanas, os invito a regresar continuamente a la magnífica figura de vuestro fundador, a meditar sobre su vida, a pedir su intercesión. La experiencia espiritual que vivió intensamente —una inmensa compasión por los pobres, la comprensión y el compartir su sufrimiento y, al mismo tiempo, una contemplación del despojarse de Cristo que se convirtió en uno de ellos— fue la fuente de su ardor apostólico. Y también lo será de vuestro dinamismo misionero.

Que el Espíritu Santo os ilumine en los caminos que os llama a recorrer; os consuele frente a los desafíos y las dificultades. Al confiar vuestros Institutos y todos sus miembros a la intercesión del Beato Antoine Chevrier, ruego a la Virgen María que los mantenga bajo su protección materna, y os imparto de todo corazón mi bendición apostólica.


Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, 7 de abril de 2018.

 



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