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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS MIEMBROS DE LA "CATHOLIC EXTENSION SOCIETY"

Miércoles 26 de abril de 2023

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Eminencia, excelencia,
queridos amigos:

Dirijo una cordial bienvenida a todos vosotros de la Catholic Extension Society , que os habéis reunido esta semana en Roma. Vuestra presencia me ofrece la oportunidad de expresaros sentida gratitud por el compromiso para dar asistencia a las diócesis misioneras, en particular en Estados Unidos, y por cuidar de las necesidades de los pobres y de los más vulnerables. Os doy las gracias también por la valiosa contribución, tanto a nivel eclesial como civil, para la reconstrucción en Puerto Rico después de los huracanes y los terremotos que han devastado la isla en los últimos años. Y también, felicito a sor Norma Pimentel, ganadora del Premio “Spirit of Francis”, por el servicio que presta a tantos hombres, mujeres y niños que llegan a la frontera meridional de Estados Unidos —esa frontera es caliente, caliente— buscando un futuro mejor. Y es también lindo ver aquí representados a grupos de varios orígenes culturales que la Catholic Extension Society  sostiene. ¡Gracias!

Vosotros, en el intento de edificar el Cuerpo de Cristo, la Iglesia (cf. Ef 4,12), y dar voz a aquellos que a menudo están sin voz, testimoniáis la dignidad concedida por Dios a cada persona. Esto es particularmente importante hoy en día, mientras la Iglesia entera está emprendiendo un camino común en la vía de la sinodalidad. Escuchar e incluir las experiencias y las perspectivas de todos, especialmente de aquellos que se encuentran en los márgenes de la sociedad, enriquece la vida y el ministerio eclesiales; porque la Iglesia es como un gran tapiz, hecho de muchos hilos que proceden de pueblos, lenguas y culturas diferentes, pero están tejidos en unidad por el Espíritu Santo. El Espíritu, de hecho, crea unidad armonizando la multiplicidad de los miembros del Cuerpo de Cristo y la diversidad de sus dones. Al respecto, me alegra vuestra preocupación de poner en el centro de la acción pastoral de la Iglesia a los que a menudo son víctimas de la actual “cultura del descarte”; de modo que su voz pueda ser oída y la sociedad entera pueda beneficiarse de ello. 

Queridos amigos, os animo a seguir expresando “el estilo de Dios” en la obra que realizáis. El estilo de Dios nunca es distante, desapegado o indiferente. Al contrario, es un estilo de cercanía, compasión y ternura. Este es el estilo de Dios: cercanía, compasión y ternura. Dios va así, eso es el estilo que tiene. Deseo que vuestro servicio refleje siempre estas cualidades, cercanía, compasión y ternura, mostrando que el Señor se acerca a nuestra vida, que siente compasión por cuantos se encuentran en situaciones difíciles, que su amor nos llama a relacionarnos con Él y a ver a nuestro prójimo como un verdadero hermano o una verdadera hermana. Por tanto, la Iglesia agradece cada expresión de caridad fraterna y de preocupación hacia quien está en la necesidad, porque así la amorosa misericordia de Dios se convierte en visible y el tejido de la sociedad se consolida y se renueva.

Deseo expresaros una vez más el reconocimiento por vuestro compromiso en la Iglesia y os felicito por vuestro trabajo. Sobre vosotros, sobre vuestras familias y sobre todos aquellos que servís, invoco al Señor, para que os bendiga con su sabiduría y con su fortaleza. ¡Y os pido, por favor, que recéis por mí porque yo también lo necesito! Gracias.



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