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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO 
A LOS DIRECTIVOS Y PERSONAL DE LA DIRECCIÓN DE SERVICIOS DE SEGURIDAD Y PROTECCIÓN CIVIL "VATICANO" 

Sala del Consistorio 
Jueves, 23 de enero de 2025

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Señor Vicejefe de la Policía,

Señora Prefecta y Señor Dirigente,

Queridos oficiales y agentes, ¡bienvenidos!

Me complace reunirme, al comienzo del año, como es costumbre, con todos ustedes, directivos y personal de la Dirección de Seguridad Pública «Vaticano». La ocasión es propicia para desearles a todos ustedes y a sus familias un feliz 2025, año jubilar, en el que estamos llamados a volver la mirada a Jesucristo, nuestra esperanza, que se hace peregrino con nosotros y que quiere darnos a sí mismo, su bendición y su perdón.

Los invito a aprovechar la Puerta Santa abierta la noche de Navidad en la Basílica de San Pedro, así como las abiertas posteriormente en las demás Basílicas Papales de Roma. Atravesar la Puerta Santa no es un acto mágico – no, no lo es - es un símbolo, un símbolo cristiano - Jesús mismo dice: «Yo soy la puerta» (Jn 10,7) – un signo que expresa el deseo de volver a empezar, y esta es una hermosa sabiduría: volver a empezar, cada día volver a empezar. Siempre dar un paso adelante. El deseo de renovarse, y dejarse encontrar por Dios. Y aquellos que tal vez no se reconocen poseedores del don de la fe, que aprovechen también este Año Jubilar para avanzar.

Queridas mujeres y queridos hombres de la Policía, deseo agradecerles todo el trabajo que, con dedicación, profesionalidad y generosidad, realizan para garantizar mi seguridad, la de mis colaboradores y la de todos los peregrinos y turistas en el área vaticana, así como durante mis visitas pastorales a Italia.

¡Gracias! ¡Gracias, de verdad!

La suya es una tarea que siempre es exigente – lo sé – y que requiere prontitud y valentía y que la mayoría de las veces se cumple con discreción, sin que se note, pero que exige abnegación, atención a cada detalle, paciencia y voluntad de sacrificio. De hecho, la seguridad es un bien invisible, de cuya importancia nos damos cuenta precisamente cuando, por alguna razón, falta, y que se construye en el compromiso continuo e inteligente de la vigilancia, noche y día, todos los días del año.

El ser humano herido por el pecado hace indispensable la labor de las fuerzas públicas puestas al servicio del bien común de toda la comunidad, que disponen de las herramientas adecuadas para contrarrestar y detener a quienes están a punto de cometer delitos y crímenes. Pueden sentirse orgullosos con razón, de vivir y actuar al servicio del bien común – ¡mucho! - y al mismo tiempo permanecer humildes, porque esto les permite reconocer su necesidad de ayuda, de bendición, de redención, y mantener su corazón abierto a la gracia de Dios.

Queridos agentes y queridos funcionarios, sepan que pienso en ustedes a menudo y con gratitud, y rezo por ustedes y sus familias. Y cuando el domingo mis secretarios vienen a visitarles los domingos para traerles el chocolate o algo por el estilo, es un gesto simbólico, pero un gesto que expresa mi cercanía. ¡Les agradezco mucho! Que la Virgen los acompañe y que San Miguel Arcángel, su Santo Patrón, los proteja. Los bendigo de corazón. Y les pido, por favor, que recen por mí.

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Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, 23 de enero de 2025



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