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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 27 de febrero de 1983

 

1. Convertíos y creed el Evangelio.

Estas palabras las escuchamos el Miércoles de Ceniza, como invocación para toda la Cuaresma. Esta invocación nos acompaña jornada tras jornada, indicando el camino de la peregrinación espiritual durante los cuarenta días que nos deben llevar a la Pascua.

En el camino de la peregrinación de Cuaresma se encuentra este año el ministerio pastoral en los países de América Central, que debo comenzar en los próximos días. Se trata de un acontecimiento importante.

El tiempo de Cuaresma parece ser especialmente adecuado para visitar en concreto esos países. Se hallan en el centro del interés de la opinión mundial a causa de las dolorosas experiencias que, en el curso de los últimos años, han vivido, sobre todo, algunas poblaciones de América Central. Estas experiencias, vinculadas con la muerte de decenas de millares de hombres, han colmado la medida del sufrimiento no sólo de personas individuales, sino incluso de muchas familias y de ambientes enteros.

Si en el período de la Cuaresma debemos estar particularmente cercanos a los hombres que sufren, con motivo de la cruz de Cristo, nuestro recuerdo, nuestra solidaridad, nuestro ministerio deben dirigirse, entre otras cosas, precisamente hacia esos pueblos de América Central.

Al encaminarme hacia ellos, quiero decirles, ante todo, lo que esperan: "Creed el Evangelio" - "Convertíos y creed el Evangelio".

Espero que mis hermanos y hermanas quieran acoger las palabras de este mensaje cuaresmal como la expresión del amor que siento por ellos, y como expresión de profunda solidaridad cristiana.

Ruego siempre a fin de que este ministerio pastoral de Obispo de Roma, en íntima unión con todos mis hermanos en el Episcopado, reciba fuerza de lo alto por intercesión de la Madre de Dios de Guadalupe y de todos los santuarios de América Latina. Y, a la vez, encomiendo, con agradecida y ferviente esperanza, a la oración de toda la Iglesia este ministerio pastoral que justamente debe ser considerado como especialmente importante y cargado de responsabilidad.

2. Quiero recordar ahora la visita "ad Limina" realizada el pasado mes de noviembre por los obispos de la República Centroafricana. En este país viven más de cuatrocientos mil católicos que representan una quinta parte de toda la población. Saludo cordialmente y manifiesto mi agradecido aprecio al arzobispo de Bangui y a los cinco hermanos obispos de esa nación, a los sacerdotes diocesanos y religiosos, a las religiosas y a todos los que gastan generosamente sus energías en los varios sectores de la vida pastoral y de la benéfica acción asistencial y educativa.

De modo especial, me resulta muy grato señalar el empeño con que esas Iglesias locales actúan en el campo de las vocaciones: hay allí 5 seminarios que albergan a más de 500 seminaristas. Para la vitalidad futura de las jóvenes Iglesias importa, sobre todo, discernir y alimentar el germen de la llamada divina dirigida a muchos hombres y mujeres, a fin de que se consagren totalmente a la causa del reino de Cristo. Os invito a pedir a la Virgen Santísima por esta finalidad.

 



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